un amigo de mi padre afirma con sorna sobre sí mismo que es “un pozo de sabiduría, concretamente un pozo séptico de sabiduría”. Hago mías sus palabras, su concepto, para reconocer que sé que el difunto Fary tiene un hijo, Javi Cantero, que canta “Y cuanto más acelero, más calentito me pongo”. En realidad ni yo mismo sabía que lo sabía. Me explico: el otro día leí que han detenido al responsable de la sexta Unidad de Intervención Policial de la Policía Nacional -aka antidisturbios- , conduciendo ebrio y en dirección contraria por la ronda oeste, a la altura de Zizur Mayor; y súbitamente me vino a la mente la canción de marras. No sé cuándo, dónde, cómo la aprendí. Mangarranadas del tipo de esa canción se me adhiere al neocórtex como si lo hubiese rociado con loctite, mientras que cuestiones importantes resbalan sobre él hasta caer en el olvido cual si lo tuviese recubierto de teflón. El caso es que igual hubiese sido más apropiado imaginarme al embebido jefe policial canturreando el Gernikako arbola. Me vuelvo a explicar: la sexta UIP opera en la Comunidad Autónoma Vasca y la Comunidad Foral de Navarra. Esto es: mientras que EH Bildu en su propuesta presentada el pasado 2 de diciembre en el frontón Labrit reconoce a esta nuestra comunidad de identidad propia y diferenciada como ámbito de decisión, la Policial Nacional guarda las esencias de la concepción clásica de la terriotorialidad de Euskal Herria, apostando por el laurak bat. No es el único cuerpo policial que realiza ese tipo de apuesta: prefirieron llevar a la Can a la desaparición que fusionarla con el resto de cajas vascas; impiden a los miles y miles de euskaldunes navarros captar ETB por TDT; pero mientras tanto lleva años en vigor el Órgano Común Permanente de la Porra -huelga decir que el nombre me lo he inventado yo-, un acuerdo entre el Gobierno Vasco y el Gobierno de Navarra en virtud del cual los agentes de la Policía Foral completan su formación en la academia de la Ertzaintza de Arkaute. No obstante, antes rota que militarizada. Me explico por tercera vez: pido que se vayan -a poder ser sin conducir borrachos en dirección contraria-, no por el chusco episodio del émulo uniformado de Javi Cantero -que también-, sino porque -como ya he escrito en más de una ocasión- en esta nuestra comunidad de identidad propia y diferenciada, tomando en cuenta a Policía Local, Policía Foral, Policía Nacional y Guardia Civil, tenemos una tasa de 5,4 policías por cada mil habitantes. La tasa española es dos puntos menor, y aun así es la mayor de la Unión Europea. Y la tasa de delincuencia por estos lares está por debajo de la media europea. A tres años largos del adiós a las armas de ETA y en tiempos de recortes en servicios públicos fundamentales, esa tasa del 5,4 supone un control social asfixiante y un derroche económico inadmisible.