Acabamos de despedir el Carnaval y, adentrados en la Cuaresma, siempre tiene su aquel recordar las tradiciones que, bien aún vivas o bien ya perdidas, se hacían y/o se siguen celebrando por Semana Santa en nuestra ciudad. El pasado miércoles 26 de febrero, que en el calendario religioso está bien marcado como Miércoles de Ceniza, pasearon al paso de Cristo Alzado de la Hermandad de la Pasión del Señor por las calles colindantes a la Catedral, siempre junto con algún comentario al respecto de que "es que eso no hace falta que lo hagan" o "no es una costumbre". Pues, al parecer, no todo lo que se hace por Semana Santa en Pamplona tiene tanto de liturgia religiosa como pensamos?

Hace unos años, la Diputación Foral publicaba una especie de cuadernillos, casi panfletos, sobre historia y tradiciones locales llamados Temas de Cultura Popular, con diversos escritos e informaciones que en muchas ocasiones son muy difíciles de encontrar incluso en libros de Historia. Es una verdadera pena que se dejaran de publicar, ya que son unos trabajos excepcionales y hasta es difícil también encontrar ejemplares en bibliotecas y librerías antiguas para su consulta. Uno de ellos, el nº 159, trata sobre el folklore de Semana Santa, especialmente de las tradiciones y costumbres que se realizaban antiguamente durante esos señalados días en distintas localidades navarras. Además de hablar de las conocidas procesiones de pasos, ya sean del Domingo de Ramos o del Viernes Santo,

o las pasiones vivientes que se representaban en distintos lugares, en uno de sus capítulos hace

mención al Voto de las Cinco Llagas celebrado en Pamplona cada Jueves Santo. Ciertamente, el capítulo se denomina El mal llamado Voto de las Cinco Llagas. Ya sólo por su nombre nos advierte que estamos equivocados en la idea que tenemos acerca de este acontecimiento. En él se explica que, como es conocido, el siglo XVI terminó con una horrible peste que dejó a la práctica totalidad de Europa en sus mínimos de población en la historia, y Pamplona no se salvó de ella. Claro está que en tal catastrófico acontecimiento el pueblo recurrió al cielo. Según cuenta, el 17 de octubre de 1599 desfiló la Corporación a la iglesia de San Lorenzo y, tras celebrar la eucaristía, en nombre de la ciudad

se hizo voto solemne de que "todos los años, de ahora para siempre jamás, la víspera del bienaventurado San Fermín, nuestro patrón (?), y la víspera del bienaventurado San Sebastián, no se comerá carne en esta ciudad, y al señor San Roque se le hará una ermita a la que irá la ciudad todos los años el 16 de agosto". A los pocos días, un franciscano de Calahorra juró haber tenido una revelación divina en la que el propio Dios le aseguró que quedarían libres de la enfermedad quienes "portaran el símbolo de las llagas y la corona de espinas" y que "todos los Jueves Santos se llevará en procesión un emblema con ellas". El 23 de noviembre de tal año el obispo repartió en la iglesia de

San Cernin a regidores y demás multitud papeles con las llagas y la corona de espinas impresas para que se colocaran en casas y demás lugares. Pasado un tiempo terminó el contagio, y el consistorio decidió, por norma pero no por voto, que la insignia con las Cinco Llagas y la corona de espinas fuese llevada en el reverso de las medallas del alcalde y regidores, así como que fuera utilizado como emblema oficial junto al escudo de la ciudad. Y así sigue siendo hoy en día, ya que aparece en los pendones que se colocan para adornar la fachada de la casa consistorial, y también en la bandera que porta la corporación cuando acude a desfiles y procesiones; e incluso lleva consigo la bandera que ondea Duguna Dantza Taldea durante la Ezpata-dantza de San Fermín de Aldapa en septiembre.

También fue erigida la ermita a San Roque, en la actualidad desaparecida, la cual se encontraba en las inmediaciones de la calle que actualmente lleva su nombre junto a las casas de Larraina, en el barrio de San Juan.

Por tanto, técnicamente la Corporación en Cuerpo de Ciudad no tiene obligación de acudir cada Jueves Santo a cumplir su voto, ya que éste lo debe ejercer el propio pueblo no comiendo carne el 19 de enero y el 6 de julio. Que acudan en procesión a San Agustín es una mera costumbre que se viene realizando desde hace no demasiados años. Pero diles, pues, al resto que por lo de aquello de la peste no pueden almorzar magras con tomate antes del txupinazo?

El autor es historiador del Arte, músico y compositor