a guerra total abierta en el PP sitúa la coalición Navarra Suma en el bingo de crisis acumuladas en su seno. Los tres partidos que conforman Navarra Suma -UPN, PP y Ciudadanos-, están sumidos en graves problemas de partido, de discurso político y de resultados electorales. Apenas 15 días después de que los diputados Sayas y García Adanero pusieran en evidencia pública la fractura interna en UPN tras negarse a cumplir la orden de Esparza de votar a favor de la reforma laboral de PSOE y Unidas Podemos, el enfrentamiento cruel entre Casado y Ayuso ha situado al PP al borde del desastre total. Un presidente que aún busca su título en Derecho y su máster en Harvard; un número dos, García Egea, que luce el título de campeón del mundo de lanzamiento de aceituna y tiene como hombre de confianza al diputado Casero, el que metió la pata en la votación clave de la reforma laboral y permitió su aprobación; una número tres, Ana Beltrán, que acumula una metedura de pata tras otra en cada comparecencia pública; un fontanero, el tal Carromero, cuyo mejor lugar parece estar en un personaje de tebeo; y Ayuso, que ha pasado de gestionar la cuenta en redes sociales del perro de Esperanza Aguirre a presidir la Comunidad de Madrid invitando a cañas al pueblo. Qué podía salir mal. Las causas de las crisis son diferentes en el PP y en UPN, aunque también mantienen coincidencias. La más evidente, la falta de credibilidad en sus liderazgos. Ni Casado ni Esparza han logrado cumplir sus expectativas electorales y han encadenado sucesivos fracasos en sus objetivos políticos. Y eso que Esparza lo está intentando de nuevo, ahora presionando con el euskera para auzar el miedo en las filas del PSN con la desesperada esperanza de intentar romper el Gobierno de Chivite. La ruptura de la coalición entre el PSN y Geroa Bai es ya lo único que puede otorgar un poco de aire a Esparza. Unos resultados muy por debajo de las previsiones de Casado en las elecciones de Castilla y León han sido su último tropiezo. Mientras que Esparza se quedó lejos tanto en 2015 como en 2019 de recuperar el Gobierno de Navarra para UPN, que en ambos logró 15 escaños. El PP de Navarra se ha instalado en la inacción y la desaparición del escenario político sin que haya nadie al timón. Y Ciudadanos camina sin remedio a su final electoral y político. Con estos mimbres y las broncas internas en UPN y PP la suerte de Navarra Suma ya está confirmada, si no lo estaba ya desde hace tiempo. El desenlace en el PP y en UPN está pendiente aún, pero ya nada será lo mismo. En ambos casos, no hay vuelta atrás. Esparza ha hecho suya en Navarra la estrategia de la confrontación y la inestabilidad permanente puesta en marcha desde Madrid contra el Gobierno de Sánchez para desgastar también la imagen pública y la acción política del Gobierno de Chivite, y esa estrategia de oposición frontal y bronca se ha instalado ahora en sus propias casas, en el seno del PP y de UPN. Un camino compartido por ambos líderes conservadores en buena medida diseñado para tratar de dejar atrás a una extrema derecha de la que ya sienten el aliento en la nuca. Una competencia temida también en UPN, aunque Vox aún no ha sido capaz de asaltar las mugas del poder institucional en Navarra. Tiempo de expectación y palomitas.