e siempre, la vida se ha dividido en dos: quienes tienen y quienes no, lo urbano y lo rural, el yin y el yang... Hoy y aquí constato una subcategoría que podemos denominar los ilusionados y los cabreados. Por un lado, hay gente tan mosqueada que acaba siendo condenada por conducción temeraria a tres años de prisión y multa al colisionar de manera intencionada en plena Autovía del Camino contra el coche de su ex y otra -además policía foral- acusada, entre otros muchos delitos, de prender fuego a varios coches en Marcilla, uno de los cuales era propiedad del novio de su antigua pareja. Las cosas de los sentimientos no suelen ser fáciles de resolver, el personal puede sacar lo peor cuando se ve abandonado, pero de ahí a rumiar tales venganzas... Por el contrario, en la banda de los ilusionados se agolpa cada vez gentío, en su mayoría fervientes sanfermineros que después de casi tres años en el dique seco pegan un respingo de alegría y nerviosismo cada vez que surge una noticia sobre fiestas. Casi da igual leer sobre el proceso de votación para elegir el cartel que saber de la prohibición de instalar las tradicionales carpas en la cuesta de Labrit. Basta hablar del tema para alimentar la ilusión de quienes, ahora sí, creen vivir unos Sanfermines a la vuelta de la esquina.