Hoy, cuando se acerca a visitarnos, es uno más. Bueno; uno más, no. Hoy, cuando se acerca a Araitz o a Betelu, Oier Sanjurjo Maté es, para txikis y para no tan txikis, una referencia y una inspiración. Cuando en 2012 le centramos la propuesta para montar su peña, Oier entró al remate. Lo hizo como solo él sabe hacerlo y nos encontramos con mucho más que el profesional en el que, desde la distancia, nos reconocíamos por su condición de canterano de largo recorrido; de osasunista de los que, a duras penas, contuvo las lágrimas en la celebración del ascenso de Montilivi; y como nosotros, euskaldun... Puso, desde ese instante, todo de su parte para que lográramos lo que nos proponíamos: ver más camisetas de Osasuna por nuestras calles; más que de otros equipos. Sabíamos que íbamos de mano. Lo sabíamos porque, entre nosotros, nadie ha dudado ni de su condición de líder ni de su compromiso inquebrantable con el grupo. Claro que aquella que intuíamos como una buena jugada ha terminado convirtiéndose en uno de los mejores goles que Oier haya marcado en toda su carrera; y de goles de Oier algo sabemos después de premiarle con un queso por cada uno de los que ha anotado... Ha sido una jugada en la que el toque de calidad es de la mejor que existe: la calidad humana. La que desprende en cada visita o la que destilan las palabras de ánimo -¡bendito Whatsapp!- para el futbolista infantil lesionado o para el veterano osasunista que tuvo que pasar por el quirófano. Mensajes que nunca han faltado. Visitas que han contribuido decisivamente a teñir el valle de rojo. “El estado actual de Osasuna merece la pena hacerlo (ayudarlo) porque si se le puede ayudar, bien está ayudar al equipo pamplonés cuya bandera es roja. Solamente roja. (...). La bandera de Osasuna es solamente roja, como sus blusas”, dejó escrito Ramón Bengaray, uno de los fundadores del club. Si hoy paseara por Araitz o Betelu, Bengaray se sentiría orgulloso. Como lo estaría, seguro también, Fortunato Aguirre viendo que lo hemos conseguido gracias a un estellés que, para siempre, va a ser nuestro capitán.

Peña Oier en Araitz-Betelu