l martes estuve en las jornadas que organizó Euskarabidea en Baluarte para hablar de la situación del euskera en el ámbito socioeconómico. Está claro que había interés en conocer, entre otras cosas, lo que algunas empresas navarras como Mapsa, Ederlan, Oreka IT, Conservas Iturri o Labrit, o entidades como Fundación Osasuna o AJE están haciendo por ir avanzando en la visibilización y el uso del euskera. No es para echar cohetes, porque no son muchas las firmas que han decidido poner en marcha un plan de gestión lingüística, pero sí que fue interesante comprobar con datos reales lo que percibimos a simple vista: la gente trabaja más cómoda en un entorno inclusivo en el que, por ejemplo, siente que las dos lenguas de nuestras comunidad son tenidas en cuenta y esto contribuye a una mayor y mejor productividad. También la ciudadanía ve cada vez con más normalidad que se ofrezca un servicio bilingüe, aunque no todo el mundo lo sea. Las empresas no son ONGs ni entidades culturales, ni tienen por qué serlo, por eso es importante recalcar que la presencia del euskera, en la inmensa mayoría de los casos, contribuye en positivo a la cuenta de resultados. En los comercios, en las fábricas, en los servicios que se prestan a la ciudadanía en general, en el turismo... De hecho sería una buena estrategia utilizar el euskera y toda la cultura que va unida a esta lengua para crear nuestra marca ante los mercados globalizados y también para atraer visitantes que quieran conocer algo diferente y auténtico. Ya va siendo hora de superar las viejas fobias de unos y los complejos de otros. Si tratamos el euskera con normalidad puede ser una fuente de riqueza y no solo cultural, sino también económica.