o es el Siglo de Oro de la política. La propaganda o las mentiras tóxicas lo invaden todo. No hay una buena noticia que no tenga su polémica, casi siempre montada sobre falsedades. Navarra superó en mayo el récord de más de 300.000 personas afiliadas a la Seguridad Social. Está muy bien. La respuesta de Navarra Suma fue resaltar que todo está muy mal en el mercado de trabajo. Así funciona ahora el debate público. No importa ya que la verdad sea lo importante ni siquiera que el autor de la manipulación quede reflejado como un ignorante, la mentira se ha impuesto en la política porque el argumento final parte del convencimiento de que las ciudadanas y ciudadanos son igualmente ignorantes. Todo vale. Se trata de que la toxicidad del bulo se extienda entre la opinión pública hasta asumir la apariencia de verdad. El recorrido de esta estrategia es muy largo además. Incluso los montajes llegan hasta los tribunales de justicia y se sancionan con condenas. Se habla mucho de la desafección de los ciudadanos con la política, pero lo que hay en realidad es una desafección de la política de sus funciones públicas y de sus responsabilidades con la sociedad. Si el partidismo o el personalismo sustituyen a las ideas, la democracia y la credibilidad caen como un castillo de naipes. No es solo un mal endémico de una derecha acuciada por el ansia de recuperar el poder a toda costa y por la política tóxica de la extrema derecha que lo enfanga todo. También ocurre en la izquierda. E incluso en los gobiernos, ya sea el de Madrid o el de Navarra. Los partidos han entrado en un bucle de enfrentamiento tan absurdo como incomprensible para sus electores. En Navarra se acaban de publicar tres encuestas realizadas en las últimas semanas. Más allá del morbo de los escaños -es lo menos importante a un año de las elecciones y en un tiempo convulso de crisis continuas-, la sociedad muestra aún confianza en la fórmula plural y progresista de acuerdos y gobierno. Pero parece que eso, la opinión pública navarra, es irrelevante para una política encharcada ahora en la pugna partidista con horizontes electorales. Las derechas, con el proyecto de Navarra Suma ya en desguace, están en un momento de incertidumbre y nervios sobre la correlación de fuerzas entre ellas mismas y la cada vez mayor lejanía de la opción de gobernar. La sucesión de errores y rectificaciones de Maya con los Sanfermines de este 2022 pasará a la historia. También las fuerzas que suman la mayoría política hoy en Navarra, especialmente PSN y Geroa Bai, los dos socios mayoritarios que sustentan el eje electoral de este modelo político, confrontan de polémica en polémica. Una semana y la siguiente también. Hasta el ridículo de poner en riesgo los logros de su trabajo en común en el seno del Gobierno. La Ley de Vivienda es el último ejemplo. Como si hubieran optado por atrincherarse en la propaganda y en los despachos de las instituciones y dar la espalda a lo que realmente pasa y siente la sociedad navarra. Hace unos domingos escribía que la política foral estaba entrando en estado de pájara. Creo que ha pasado al estado de la trivialidad más absurda. Es difícil, si no imposible, poder vender los logros del trabajo de gobierno y la estabilidad al mismo tiempo que vuelan los cuchillos y la bronca de la inestabilidad. Galgos o podencos y la fábula no acaba bien.