o bueno del calor es que te sirve para cruzar la ciudad de saludo en saludo y de charleta en charleta sin mentar otra cosa: pega duro, ¿eh?; No hay Dios que aguante; Me suda hasta el píloro; Cae fuego; Menos mal que ha refrescao un poco, ¿que no?; No sé cómo la gente le puede gustar el calor. Con frío te abrigas y ya está, pero con calor ¿qué haces?; Esto es por el cambio climático; Y espera la que nos viene encima en julio y agosto. Y así, con conocidos, familiares y desconocidos, da igual, el calor te da la excusa incluso para lanzar un resoplido y que te vea ese vecino con el que no has hablado nunca y que te conteste con un pues sí. Con el frío esto no pasa. Con el frío, y más en el norte, si sueltas alguna queja enseguida se te echan encima tres: pero ¿tú eres vasco o comeyogures?; ¿Frío, esto? Rediós, a Siberia te mandaba yo; ¡Y lo verde que está todo!; ¿Qué esperas, es marzo? El frío, la lluvia y el viento no tienen bula, ésa que sí tiene el calor, que justifica todas las quejas que podamos echarle en cara. Tú no puedes quejarte de que llevas 10 minutos helándote el moco en una parada de autobús mientras llueve racheado y tienes las gafas mojadas y entras en el bus y se te empañan las gafas y te das con la rótula en el habitáculo del autobusero. En cambio, puedes ir saltando de sombra en sombra de los árboles del paseo evitando las zonas de sol y nadie te dice nada. Incluso te puedes quitar la camisa en los balcones y muchos chavales por la calle y la gente se acurruca bajo las cornisas donde no llega el sol y hablan de su sudor y de la pérdida de sales y se animan unos a otros y se cuentan los 37 trucos caseros que tienen para bajar dos décimas la temperatura en casa y la gente se abanica y enseñamos nuestras lorzas y todo el mundo es libre de quejarse del calor. Pobre frío, hacen como que te aprecian pero en el fondo solo los frioleros nos ocupamos de ti.