Ciertas decisiones, actuaciones y omisiones –que en política tienen a menudo tanto valor como los actos– adoptadas o realizadas en las últimas semanas por el PP están poniendo en cuestión la aureola de moderación y unidad con la que Alberto Núñez Feijóo llegó al liderazgo de la formación popular el pasado abril. La crisis abierta por el fraticida enfrentamiento entre el anterior presidente Pablo Casado y su examiga y valedora Isabel Díaz Ayuso precisaba de una resolución rápida y eficaz y de un liderazgo sólido, contrastado y con capacidad de aglutinar fuerzas que evitase la ruptura, y quien era presidente de la Xunta reunía, a priori, todas las condiciones. El asfixiante clima de radical confrontación con el Gobierno, sin apenas margen para el acuerdo, fruto de la estrategia impuesta de Casado era el gran reto que debía –y debe– superar Feijóo mediante un reposicionamiento más proclive al diálogo y a pactos de Estado, máxime en un contexto especialmente grave de crisis. Sin embargo, el PP sigue sin estar en los grandes pactos. No es responsabilidad suya en exclusiva, ya que tampoco el Gobierno de Pedro Sánchez busca con sinceridad y lealtad el diálogo con los populares. Aun así, el PP está perdiendo grandes oportunidades para actuar con inteligencia política. El no rotundo a cualquier propuesta o iniciativa del Ejecutivo –que era la seña de identidad en la era Casado– continúa impulsando la estrategia popular, alentada por las encuestas que le auguran muy buenos resultados en un contexto ya preelectoral y cuyo máximo exponente es Ayuso, que sigue por sus fueros. El rechazo total a las medidas de ahorro energético y contra la inflación sin plantear alternativas reales y el mantenimiento del bloqueo del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional pese a la obligación legal de renovar estos órganos, así como la obstrucción a políticas de memoria histórica están refutando con hechos las expectativas que levantó Feijóo. Mención especial merece la desvinculación con el acuerdo –desconocido hasta ahora– que firmó la anterior dirección con el Gobierno respecto al CGPJ y al TC. Las apelaciones al PNV asegurando que “se equivocó” al apoyar la moción de censura contra Mariano Rajoy confirman también su falta de autocrítica hacia la corrupción sistémica del PP. Feijóo tiene aún un largo camino para demostrar su giro hacia la moderación, el diálogo y el acuerdo.