Síguenos en redes sociales:

Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

La ziaboga de UPN, forma y fondo

La ziaboga de UPN, forma y fondoDN

Deshojada la margarita y finiquitada la coalición Navarra Suma, las aguas por las que navegan a la deriva las diferentes derechas en Navarra bajan cada vez más turbulentas. El malestar que ha generado Esparza con su decisión de volver a concurrir en solitario con las siglas de UPN en las elecciones forales y municipales de mayo tanto en el PP como en Ciudadanos –aunque este malestar ya apenas cuente como valor electoral–, es más que notorio. Y las relaciones no van a ir a mejor en ese espacio político a partir de ahora. De la unión como suma de votos a la competencia por cada papeleta en las urnas. Al PP le facilitan poder aprovechar esa ventana de oportunidad que se le ofrece en estas elecciones participando en solitario y con sus propias siglas. Solo tiene que dedicarse a conformar una lista competitiva en el Parlamento y buscar extender su presencia municipal al menos en las grandes localidades navarras. No lo tiene fácil, pese a que cuenta con el valor añadido de poder incorporar a los ex diputados de UPN Adanero y Sayas y lo que ambos puedan arrastrar del malestar interno en ese partido con la gestión de Esparza y su dirección. Un malestar que late con más fuerza de lo que parece públicamente. La división de las derechas conlleva inevitablemente también una fragmentación de ese voto y ello tendrá consecuencias en la representación. Más aún, en la configuración de determinados ayuntamientos donde Navarra Suma ha ocupado alcaldías en minoría esta Legislatura. Sin ir más lejos en Iruña, Tudela, Egüés, Burlada o Barañáin. Más en juego de lo que parece. Es evidente que finiquitar el proyecto de Navarra Suma era el primer paso obligado, sobre todo siendo una realidad el fracaso político de la coalición en Navarra. Pero las formas son solo una parte de la acción política. Sustituir el logo y las siglas de Navarra Suma por los de UPN es la primera maniobra de esta complicada ziaboga, pero solo es un ejercicio de comunicación política. Si la estética de las formas no lleva de la mano también un fondo, la comunicación política no llega a ser nunca política. No será suficiente para UPN un cambio de formas si no hay también un cambio de fondo y aunque esa reflexión está sobre la mesa y en la cabeza de varios de sus dirigentes, no parece que Esparza esté dispuesto a dar ese otro paso. Al menos, por ahora. Si va a seguir con el mismo discurso de crispación, polarización y catastrofismo, citando una y otra vez a EH Bildu como única referencia argumental de su proyecto para Navarra para los próximos cuatro años y describiendo una Navarra irreal que nada tiene que ver con la que viven y en la que conviven el resto de los navarros y navarras, la maniobra de la ziaboga acabará en otro desastre en mayo. En la última década, todas las fuerzas políticas de Navarra han hecho un camino en el que han ido modificando rumbos anteriores, tanto en las formas como en el fondo de sus planteamientos en sintonía con la transformación de la propia sociedad navarra, excepto las derechas, que siguen anquilosadas en un tiempo pasado cada vez más lejano y atrincheradas en presupuestos ideológicos muy distanciados de los intereses y las necesidades hoy de esta comunidad. Un bucle cerrado en el que habitan aislados y con muy poco con valor y sentido que ofrecer a Navarra.