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Con la venia

Pablo Muñoz

Sánchez, a lo suyo

Sánchez, a lo suyoEP

Para Pedro Sánchez, desde que Núñez Feijóo ocupa escaño –simple escaño– en el Senado, asistir a los plenos es como una fiesta. Sabe de la bisoñez parlamentaria del jefe de la oposición, sabe de la endeblez de los senadores del PP que le asesoran, y le ha tomado gusto a asistir a esos plenos a avasallar, a apabullar al novato. Y en ello estaba Sánchez, regodeándose del patinazo de Feijóo cuando dijo que la Ley Trans escandaliza “a las gentes de bien” y ensañándose con él por la puñalada trapera que podía esperar de su portavoz Javier Maroto, que ya se la clavó a Pablo Casado.

Pues eso, que Pedro Sánchez se lo estaba pasando bien adornando la faena con superioridad oratoria, con el aplomo que le caracteriza cuando engaña, con su capacidad para decorar a su favor la realidad –cosa que bordan todos los políticos veteranos–, disfrutando del viento propicio y ya con la vista puesta en su inminente presidencia del Consejo de la Unión Europea (porque toca por turno, no se vayan a creer), cuando una senadora para él casi desconocida, Estefanía Beltrán de Heredia, intentó bajarle de la nube. Una vez más, el PNV con el raca-raca de qué hay de lo nuestro.

Pues resulta que “lo nuestro”, en este caso, no tenía nada que ver con el chapoteo en aguas fecales que suele ser la dialéctica Gobierno-Oposición en el que acostumbra a bandearse Sánchez. Lo que la senadora jeltzale venía a recordarle era que en el acuerdo de investidura el candidato Pedro Sánchez había firmado, eso, firmado, que se comprometía con el PNV a impulsar la presencia directa de Euskadi en las reuniones de los consejos de ministros europeos en las que se abordasen asuntos de su competencia.

Para Pedro Sánchez, por lo visto, los compromisos se los lleva el aire, igual que las palabras. Quizá descolocado porque aquella reclamación le cortaba el apacible transcurso de su alegato contra Feijóo, pretendió salir del paso asegurando con toda la cara que la implicación de las comunidades autónomas estaba en el diseño de sus prioridades para la presidencia europea. O sea, que cuando presidiera el Consejo de la UE estaría en disposición de escuchar e informarse de sus problemas. Pero de asistencia directa, nada. De relación bilateral Euskadi-Europa, o Nafarroa-Europa, nada, y ello aunque ni se paró a pensar que el hecho de contar con haciendas forales, Concierto y Convenio respectivamente, justifica ya esa relación bilateral.

Se enredó Sánchez con la cogobernanza y en un alarde de audacia, vino a decir que ya se había practicado con éxito durante la pandemia. Como si aquellas sesiones online en las que participaban más o menos los presidentes de las comunidades fueran una forma común y ordenada de tomar decisiones y no el desbarajuste de mercadillo que nunca llegó a tomarse en serio.

La reclamación de la senadora Beltrán de Heredia le descuadró pero se la quitó de encima, se la sacudió como una mota de polvo. Sánchez no había acudido al pleno del Senado para que le pidieran cuentas de compromisos no cumplidos. Él estaba ahí para fajarse con Núñez Feijóo con las elecciones a la vista. Sabía que iba a ganarle en dialéctica parlamentaria y así lo confirmaría la ola mediática Y además, Feijóo se lo puso a huevo.