Las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) se han disparado en los últimos años en Navarra, al igual que en el resto de comunidades y en muchos países de Europa. Es un dato incuestionable y preocupante para las autoridades sanitarias, cuya creciente incidencia entre la ciudadanía achacan, sobre todo, al menor uso del preservativo a la hora de tener relaciones sexuales y la pérdida de miedo a las infecciones. En la Comunidad Foral se ha triplicado el número de ETS diagnosticadas en los último siete años, pasando de las 339 de 2015, a las 1.140 infecciones detectadas en 2022, según el Instituto de Salud Pública y Laboral. Los inquietantes números son sólo la punta del iceberg, porque muchos casos se registran de forma asintomática, sobre todo en mujeres, lo que minimiza el diagnóstico. Las casuística también ha evolucionado de forma diferenciada, aunque solo con el VIH a la baja, mientras el resto de infecciones se multiplica. La chlamidya es la más frecuente y se ha multiplicado por cinco desde 2015; la gonococia (gonorrea) se ha cuadruplicado; la sífilis se ha duplicado, y el linfogranuloma venéreo ha pasado de ser residual pese a quintuplicarse. Ante estas cifras tan disparadas, las autoridades sanitarias navarras han implantado recientemente un plan especial de prevención del sida y otras enfermedades de transmisión sexual con el objetivo de reducir la incidencia a base de impulsar el diagnóstico precoz y, además, mejorar la calidad de vida de las personas afectadas. Estas dolencias tienen curación y los tratamientos son cada vez más eficaces, aunque pueden acarrear consecuencias graves para los afectados, fundamentalmente hombres y, especialmente, jóvenes, los más afectados con diferencia por las ETS salvo en los casos de chlamidya. Pero todas las campañas y medios de la Administración son manifiestamente insuficientes sin la necesaria responsabilidad individual a la hora de mantener relaciones sexuales con la necesaria protección. El potente sistema de cribado en Navarra puede explicar estadísticamente la alta detección de casos, pero no enmascara otros factores como el menor uso del condón, el aumento de relaciones sexuales con mayor número de personas y la iniciación en las relaciones a edades cada vez más tempranas. Ante esto, la responsabilidad, concienciación y educación sexual, sumado a un diagnóstico temprano, son las claves para frenar esta lacra.