Joan Laporta, atribulado presidente del que siempre se nos ha dicho (y yo no lo voy a poner en duda) que es más que un club: Estuvo de lo más contundente este lunes en la comparecencia de dos horas para negar que el Barça haya estado comprando el favor arbitral desde hace 17 años y por una suma total de 7,3 millones de euros.

Más que defenderse, por otra parte, lo que hizo fue atacar hasta al lucero del alba de haber montado una campaña orquestada —un clásico— para “desestabilizar al equipo y quedarse con él”. Aparte de que suena pelín victimista, ha tenido dos meses para salir a la palestra con el desmentido de las decenas de informaciones ocumentadas sobre el Pufo Negreira. Comprenda que la tardanza en dar la cara no obra precisamente a su favor.