El arte de improvisar también se aprende y es esencial en muchos momentos de la vida. Improvisamos cuando algo nos despista, nos descoloca o nos saca del carril por el creíamos ir seguros. Improvisar fuera del escenario es salir airosa de ese tipo de situaciones no previstas y exige intuición y no pocas veces conocimiento de aquello que se habla. Y fuera de lo que vivimos en el ámbito privado, creo que son los políticos y políticas los que más tienen que tirar de ese saber hacer, de tener respuestas para lo no previsto y en caso de no tenerlas, improvisarlas con acierto y sin faltar a la verdad para no dar la sensación de no tener nada que decir ante cuestiones en las que sí tienen que aportar. En su caso no vale el ‘pasa palabra’.

Cuando un político calla o no sabe qué decir ante un tema importante, mala señal. No es que diciendo algo siempre se mejore, eso ya lo sabemos de tanto escuchar ciertas cosas, porque hay discursos y mensajes que por muy previstos que estén se quedan huecos. Como los de Isabel Ayuso, toda una experta. Es la maestra de la improvisación y del no sé que decir al mismo tiempo. Estos días ha vuelto con una de las suyas cuando dijo que “la justicia social es un invento de la izquierda” y luego, cuando es interpelada por esta afirmación, se queda al descubierto con un “no sé, ahora mismo no tengo valoración. No puedo improvisar las respuestas aquí te pillo aquí te mato”. Poco más que añadir.