Mi desesperación, como es natural, es mía y solo mía. Y tampoco me gustaría compartirla con nadie. Allá se las apañe cada cual con la suya. No obstante, le he preguntado a la Inteligencia Artificial qué puedo hacer para calmarme y me ha dicho que respire profundamente, inhalando con lentitud y exhalando todo lo que pueda. Así que en esas estoy, Lutxo, viejo amigo, tirado en la alfombra en decúbito supino. Y fíjate, acto seguido, también me ha sugerido que me plantee metas más realistas y alcanzables. Qué graciosa, la IA, ¿no crees? Me ha parecido que se burlaba de mí, pero claro: no podría asegurarlo. Es como si alguien te dijera: Si no aspiras a mucho, te frustrarás menos. Entiendes el consejo, pero a la vez te mosquea el sarcasmo implícito que olfateas. En cualquier caso, enhorabuena a los abstencionistas, claro. Han ganado. Y VOX lo está celebrando por todo lo alto, naturalmente. Que ni esto es Wonderland ni tú eres Alicia, ya lo sabes, ¿no?, me dice Lucho en plan listo total. Y sí, claro que lo sé, Lutxo, viejo y reseco endriago de los páramos. Lo sé perfectamente. Ahora bien, escucha lo que te digo: los derechos también pueden perderse. Le he preguntado al chat por qué está creciendo tan rápidamente la ultraderecha en todo el mundo y me habla de algunos factores: una desigualdad económica cada vez mayor, desinformación táctica en las redes, crisis migratoria y pérdida de confianza en los políticos. Pero yo creo que omite cosas. Como el auge brutal del individualismo, el malestar emocional y la infantilización de las masas. Creo que la IA nos va a chulear. Dicho de otro modo, lo que va a venir nos está enviando un mensaje que dice que ya está cerca, no sé si me entiendes. No obstante, si vas a malinterpretarme, Lutxo, viejo gnomo, te agradecería que al menos lo hicieras con un poco de chispa, si no es mucho pedir.