La otra mañana hubo una concentración de parlamentarios a la puerta del Parlamento de Navarra como protesta por un nuevo asesinato de una mujer a manos de un hombre. Portaban una pancarta: Stop agresores, también en euskera. Estaba todo el arco político, excepto Vox, cuyos dos parlamentarios se situaron unos 20 metros a la izquierda de los demás con un pequeño cartel en el que se leía La violencia no tiene género. Contra todo tipo de violencia y en recuerdo de todas las víctimas. Cualquiera que respire varias veces por minuto sabe de sobra que hay violencia de mujeres hacia hombres, de mujeres hacia mujeres y de mujeres hacia niños. Pero cualquiera que además de respirar sepa sumar sabe que, en porcentaje, esos tristes casos son infinitamente menos que la violencia que el hombre ejerce sobre la mujer. No sé yo si la balanza es 95%-5% o cual, pero altísima. Por tanto, podemos perfectamente hablar que existe una evidente y clara violencia de género hacia el otro género instalada desde el albor de los tiempos y que no es otra que la que el hombre ejerce sobre la mujer, dentro de una relación o fuera, sin que por ello haya que negar que la mujer también la ejerce en ocasiones, física, psicológica y de todas las clases, como el hombre, pero en muchísima menor medida. Así, querer diluir el problema principal tan obvio dentro de un conjunto de problemas o situaciones trágicas no es sino tratar de no sé si esconder pero sí minimizar o restar importancia a una lacra social de primer orden. Viendo esa acción de los parlamentarios de Vox, recordé que hace unos años nuestro concejal de Igualdad en Pamplona, Carlos Salvador, de UPN, publicó varias veces en las redes sociales idéntico mensaje: La violencia no tiene género. Y, lógicamente, me preocupa que el área de Igualdad de una ciudad de 200.000 personas esté en manos de personas con esa sensibilidad.
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