Abrazarse fuertemente a los enigmas para engendrar fantasmas, ¿quién no lo hace? Todos lo hacemos, Lutxo, viejo amigo, nos encanta. Los fantasmas, las brujas, los monstruos, todo ese mundillo del terror. El terror es fascinante, le digo a Lucho aprovechando que es lunes por la mañana. Hay cosas que solo se pueden decir un lunes por la mañana ya que, decirlas en otro momento, podría resultar impertinente. En fin, estamos ahí, un día más, en el Torino. Viendo pasar la vida, como siempre. Ha vuelto el acordeonista con su melodía habitual y una señora que pasaba por allí se ha puesto a bailar como una hippie en medio de la plaza. Antes, a los lunáticos se les llamaba lunáticos, pero ya está en desuso. Con lo bonita que era esa palabra. Mira, un lunático, decías refiriéndote a alguien que hacía algo raro. Pero ahora, todo el mundo hace cosas raras, dice Lucho. Ahora hacer cosas raras es lo normal. Si no haces algo raro, no eres nadie, dice. Y de repente me acuerdo de Sánchez, el hombre del momento. Yo admito que a mí, el señor Sánchez me deja casi sin habla. No sé si será un lunático, una bruja o un fantasma. Pero ya le han llamado de todo. No sabría qué más decir que resultara un poco original. En todo caso, supongo que tiene que saber bailar. Nunca le he visto hacerlo, pero me imagino que sabe. Tampoco sé si logrará evitar que haya elecciones en enero. Puede que no. A mí me gustaría que lo consiguiera. Pero si fallara y hubiera que volver a votar, estoy convencido de que volvería a presentarse candidato. Y hasta le considero capaz de mejorar sus actuales resultados. Puede que, en secreto, esté deseando que eso ocurra. Es un tipo con suerte, así que, de algún modo, tiene que ser listo, digo yo. No me extraña que lo odien tanto, esos.