Como vivo en Villava, también llamada Atarrabia, a pocos metros del punto en que confluyen las bravas aguas del Arga y el Ultzama, tengo la extraña suerte de que cada cierto tiempo se nos inunde la casa. Oh, cuando eso ocurre, suele ser muy divertido, créeme, Lutxo. Los vecinos salimos a la calle para compartir tranquilamente nuestro entusiasmo y recordar sucesos e historietas de los viejos tiempos. Y las autoridades acuden a las zonas más afectadas con objeto de recibir humildemente las correspondientes ovaciones y aplausos de la chusma vecinal afectada.

En cuanto empieza a llover un poco, ya imaginamos la terrible inundación que podría formarse y empezamos a ponernos más nerviosos porque nos encanta. Tras cada inundación, las autoridades dicen que algún día, cuando se pueda, se hará algo. Y el quid de la cuestión no está en el “Algún día”. Ni siquiera está en el “Se hará algo”. Sino, por supuesto, en el “Cuando se pueda”. En la vida social, también llamada graciosamente vida en sociedad, todo se hace Cuando se pueda. ¿Y cuándo se puede? Pues cuando le da la gana a alguien. Al que sea. Que puede tratarse precisamente del más cenutrio de la cadena, ojo. Así es la vida social. En la vida social, las décadas no son nada.

Nosotros llevamos ya treinta años esperando, dicen los de allá. Pues nosotros cuarenta, dicen los de más acá. Eso no es nada. El tiempo es relativo. Cuarenta años pueden parecer muchos. Pero, según cómo lo mires, pueden ser pocos. No se si me explico, Lutxo, ¿tú qué crees?, le pregunto. Y me dice: Mi padre y su hermano estuvieron cuarenta años sin hablarse y un día se pusieron a hablar de política y seguían en contra. Pues eso mismo era lo que te quería yo decir, le digo yo. Muchas veces Lucho y yo estamos de acuerdo sin saberlo.

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Inundaciones en Villava y Burlada en las fotos de Unai Beroiz Diario de Noticias de Navarra

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Vista aérea de las inundaciones del Arga a su paso por Huarte, Villava y Burlada Diario de Noticias de Navarra