No me interesa demasiado lo que piensan los cachorrillos ultras que han venido manifestándose en los últimos días contra la ley de amnistía. Me llama la atención el hecho de que no haya chicas. Me dice mucho de la ideología que destilan quienes sostienen discursos de odio, xenofobia y machismo, de quienes corean lemas contra la “España musulmana”, quienes hacen apología de un Franco que no conocieron e insultan a políticos “maricones”.

Jóvenes, en muchos casos que se tildan como neonazis y que abrazan el fascismo como discurso antisistema, para ir contra todo y enfrentarse a las fuerzas del orden –debe de ser más atractivo ir contra el Sanchismo que contra el capitalismo o el cambio climático– y que tienen sus referentes en las redes sociales, músicos, youtubers, deportistas... que creen que en casos como el de Alves son las chicas las que “calientan” a los futbolistas y luego mienten para sacar dinero (vertido en redes). Chicos que saben que tienen representantes políticos en el Congreso como Vox que niegan la violencia machista y rechazan a quienes, dicen, nos quitan el trabajo, la comida y la casa.

Estos chavales me interesan tan poco como los hooligans. Me recuerdan a los de la kale borroka cuando quemaban contenedores o a los terroristas islamistas que oprimen y someten a las mujeres. Y no porque crea que las mujeres sean más listas o menos primitivas y dialogantes, sino porque los hombres han utilizado y utilizan la violencia para amenazar y controlar. Y en cada época hay algún aprendiz con patrocinios, los más peligrosos.