En una cosa estoy de acuerdo con la marabunta de declaraciones de la derecha navarra tras la moción de censura en Pamplona. Creo que fue Ibarrola la que dijo que es una jugada legal, pero que el PSN entonces había engañado a su electorado al decir que no haría alcalde a Asiron. Y en eso le doy la razón: Elma Saiz dijo por activa y por pasiva que eso sería así y al final lo que pasó es que poco después de que Asirón y su partido le hicieran a ella ministra –porque sin Bildu ni Sánchez ni Chivite serían presidentes ni Saiz ministra ni muchas cosas más– pues ya pudo su grupo municipal embarcarse en la moción de censura sin el lastre de tener ahí a Saiz.

Sinceramente, no tenía ninguna necesidad el PSN, cuando desde 2019 gobierna Navarra –y Saiz ha sido consejera– gracias a, entre otros, EH Bildu. La izquierda abertzale –parte de ella, especialmente Sortu, claro, y no todos, pero sí bastantes– tienen un recorrido moral que hacer que de hacerlo será agradecido por casi toda la sociedad, pero no es menos cierto que para funcionar en política los pasos morales son de agradecer pero no de exigir. A casi todos los que no votamos a Bildu nos gustaría otro Bildu, pero negar que el Bildu de ahora se parece cada vez menos –por suerte– a Euskal Herritarrok o a Herri Batasuna es negar la evidencia, por mucho que muchos no quieran ir con ellos ni a heredar, que es un asunto diferente.

Y a esa confusión también ha colaborado el PSN con su postura ventajista y Saiz por ejemplo con sus declaraciones, negando el evidente hecho de que si dejas que te eleven unos hombros estás colaborando con esas personas exactamente igual que si los hombros sobre los que se elevan ellos son los tuyos. Todos comprendemos los tiempos políticos y que antes de la investidura de Sánchez había que estar un poco de medio lado, pero Saiz directamente se pasó de frenada. En eso, UPN tiene toda la razón.