Es lunes. Es enero. El viento sopla helado en los desfiladeros del norte. Y la nieve ya blanquea los picos de los alrededores. Hasta el Torino está cerrado. Todo eso unido a mi dolor de cabeza y a mi confusión mental propiamente dicha hace que me pregunte una vez más por el sentido de la vida. No obstante, Lutxo, viejo y reseco endriago de los páramos, ¿tú notas que te engañan? Solo te pregunto si lo notas. Porque casi es mejor no notarlo. Me refiero a que, a lo peor, es mejor ser un poco estúpido, solo digo eso. Somos seres que necesitan consuelo, no lo olvides.

Carne con certificado de bienestar animal, reza la etiqueta. ¿Y quién va a certificar el bienestar del animal en cuestión, la madre del cordero? No, un inspector pagado por el estado: como siempre. En fin, no obstante, Feliz Año para todo el mundo, eso por supuesto. Ya sabemos que es imposible, pero por no desearlo que no sea. Y ahora Lutxo voy a darte un par de buenos consejos para el año que empieza. Uno: Me parece muy bien que quieras ampliar tu agenda de contactos, pero si quieres ser honesto deberías informar a tus posibles víctimas de que solo eres una entelequia quimérica y quejumbrosa, ya que no hacerlo sería fraudulento.

Y dos: Si estás empezando a entusiasmarte con la idea de inyectarte silicona por aquí y por allá para parecer más atractivo, piensa que la mayor parte de las veces estos atolondrados impulsos suelen acarrear gran cantidad de lágrimas y frustración. Por lo demás, mucho ánimo. Este puede ser tu mejor año. Si no haces muchas tonterías, claro. Respecto al sentido de la vida, ya seguiremos hablando la semana que viene. En cualquier caso, debes saber que, como bien dijo en su día Diderot (o tal vez Voltaire), jamás encontrarás en parte alguna misterio más profundo que tú mismo.