Navarra tendrá presupuestos por noveno año consecutivo. Las elecciones y el posterior proceso para la formación del Gobierno han retrasdo dos meses el proceso de tramitación parlamentaria, pero saldrá adelante sin mayores complicaciones tras el acuerdo que las tres fuerzas que forman el Ejecutivo de Chivite han cerrado esta semana con EH Bildu, y que aporta estabilidad política y económica para los próximos meses.

No hay grandes sorpresas en un pacto que repite el esquema de los cuatro años anteriores. Tampoco en el contenido del presupuesto, que consolida la línea de actuación del Ejecutivo foral, condicionada ahora por la inflación y el incremento del gasto ordinario. Son 6.300 millones de presupuesto que si bien no van a solucionar todos los problemas, permiten mantener la apuesta por un gasto público expansivo a la espera de que se aclare el panorama internacional y vuelvan las reglas de austeridad. Que no es poco.

El trámite se ha vuelto rutinario pero no siempre fue así. Basta recordar que, en plena crisis económica, el Gobierno de Yolanda Barcina solo pudo aprobar uno de sus cuatro presupuestos, y que las prórrogas fueron habituales también en la etapa de Miguel Sanz. La misma que la derecha pone ahora como ejemplo de estabilidad y colaboración institucional, pero que resulta más lejano que nunca.

Había quien apostaba por la inestabilidad y las disputas internas con la salida de UPN en el poder. Pero no solo no ha sido así, sino que hay una mayoría alternativa consolidada y que con sus diferencias y dificultades funciona. Tras las tensiones de verano la relación entre el PSN y Geroa Bai se ha normalizado. Hay menos rivalidad y eso aporta también cohesión a un Gobierno en el que los socialistas siguen marcando el paso, pero que empieza a dejar espacio también para sus socios de coalición.

El acuerdo presupuestario apunta en la dirección de los cuatro años anteriores. Síntoma de una estabilidad que nunca fue tan habitual

Con la seguridad además de que la legislatura será estable y de que, más allá de la tensión constante que la derecha trata de imponer al debate político –y facilitado también por ello–, el contexto juega a su favor. Especialmente tras la moción de censura en Pamplona. Un paso difícil para el PSN que ha generado cierto vértigo interno y mucha presión externa. Pero que a medio plazo le allana la gobernabilidad.

El nuevo escenario

Tras facilitar las investiduras de María Chivite y Pedro Sánchez sin más condiciones que la de impedir un gobierno de la derecha, era difícil para EH Bildu justificar un voto en contra de los presupuestos de la mano de UPN, PP y Vox. Menos aún con los presupuestos de Pamplona pendientes de negociar. EH Bildu ha ganado una Alcaldía importante, pero también ha perdido margen de negociación en el Parlamento. Es el precio de entrar en el juego de la gobernabilidad.

Rechazar los presupuesos de la mano de UPN, PP y Vox no era una opción para EH Bildu, menos ahora con Pamplona en la ecuación

El pacto presupuestario incluye enmiendas importantes al proyecto del Gobierno. En torno a diez millones incorporados ya al texto legal y algo más de cuatro que se sumarán en el trámite de enmiendas. Pero queda lejos del pacto de legislatura que había buscado la formación soberanista. Finalmente, el acuerdo se limita a recoger algunas líneas de actuación en los próximos meses, alineadas con el acuerdo programático firmado por los socios de Gobierno pero excesivamente genéricas en algunos casos.

No ha querido ir más allá el PSN, que tras la moción de censura ha optado por marcar cierta distancia con la izquierda abertzale, al menos hasta que se disipe un poco el panorama. Pronto habrá elecciones en Galicia y en Euskadi que servirán para medir el impacto de los acuerdos de Gobierno en Madrid a la espera de las europeas de junio.

El PSOE tiene además una cita importante este fin de semana en Galicia. Una suerte de congreso para renovar el partido tras el último ciclo electoral y que llega con la moción de censura en Pamplona todavía reciente. Habrá cierre de filas en torno al líder, Pedro Sánchez, y a su escudero, Santos Cerdán, que gana peso en la ejecutiva federal con la entrada de Elma Saiz. Pero también un mandato para pasar página y cerrar el capítulo de la investidura. No habrá cambios en las alianzas porque son estables y seguirán presentes al menos mientras dure la legislatura en Madrid. Pero sí algo más de prudencia y distancia en Navarra, donde los socialistas tienen ahora en Pamplona una nueva baza con la que jugar.