Las protestas de agricultores y ganaderos están más que justificadas por las condiciones de trabajo cada vez más duras, la competencia salvaje en un mercado global, la burocracia, la falta de ayudas, la subida de costos… Todo eso es algo que podemos entender sin problema. Lo que ya es más difícil de digerir es cómo algunos han abrazado el mensaje de la extrema derecha y de las grandes empresas de protestar contra las medidas medioambientales. Ya sabemos que a corto plazo suponen un esfuerzo extra, pero preservar el medio ambiente es intentar asegurar el futuro, como bien saben los pequeños ganaderos, agricultores y baserritarras. Lo contrario es pan para hoy y hambre para mañana.

Un ejemplo bien evidente es el del agua: el año pasado Greenpeace llevó a cabo una medición en 63 puntos distintos de Navarra y encontró valores muy preocupantes de contaminación por nitratos. Las macro-granjas y las explotaciones intensivas de ganado son las principales causantes de esta situación. Unido a esto, el excesivo uso de fertilizantes y fitosanitarios lo que están provocando desde hace décadas es la contaminación sistemática de los ricos acuíferos de la zona media y la Ribera.

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Segunda jornada de 'tractoradas' en Navarra DIARIO DE NOTICIAS

Intereses políticos y económicos están usando la desesperación de los trabajadores para conseguir sus objetivos. De momento el lobby agroalimentario ya ha conseguido que la presidenta de la Comisión Europea anuncie la retirada de una parte de la legislación europea que pretendía reducir el uso de plaguicidas. Ante esto la organización Greenpeace ha enviado un mensaje muy claro: es inconcebible que la primera medida de supuesto “apoyo” al sector agrario tras sus protestas “consista, paradójicamente, en envenenar el campo”.