A finales de abril Unión del Pueblo Navarro se pondrá de nuevo frente al espejo, pero esta vez no en unas elecciones, sino dentro de su propia casa. El partido celebrará el 13º Congreso en el que se decide la hoja de ruta para los próximos cuatro años. Por un lado, en lo ideológico, es decir, estableciendo las grandes líneas políticas que quiere trabajar, y su posterior traslado a un programa. Por otro, en lo operativo, tomando las necesarias decisiones en torno a cómo queramos que sea la organización interna.

No será un congreso más, ni mucho menos. Será una cita especialmente relevante en un momento de gran trascendencia. En los últimos años, UPN ha mantenido plazas políticas muy relevantes en Navarra, como la alcaldía de Tudela y otras localidades. Pero ha perdido las llaves del gobierno en otras, como el Ayuntamiento de Pamplona, donde además lo hizo de una forma bien conocida y que ilustra perfectamente el clima político de Navarra en que se celebrará el congreso. Las noticias tampoco han sido buenas con respecto al Gobierno Foral, que UPN abandonó hace más de ocho años, para ocupar en el Parlamento los escaños de la oposición por tercera legislatura consecutiva.

En estos últimos años, las demás formaciones políticas han experimentado su propia evolución. Se ha movido así el tablero político de la Comunidad Foral, abriendo un amplio espacio de centro, el más amplio en quince años. Como ha ocurrido en otros muchos lugares, el desplazamiento de diferentes partidos hacia los extremos políticos ha dejado huérfanas a muchas personas cuya preferencia política apunta al centro. UPN debe interpretar ese nuevo escenario como una enorme oportunidad, pues ese debe ser precisamente su lugar. Un espacio de mesura, un espacio útil, un espacio sobre el que construir futuro junto con una parte muy importante de la sociedad, que se sentiría mucho más cómoda en esas coordenadas que en las tensiones continuas de los extremos. Un espacio al que podría atraer a otras muchas personas.

Esta es la reflexión, creo, que debería guiarnos en UPN de cara al próximo congreso, tanto en lo que se refiere a su programa como a su organización interna. Porque ha de prevalecer la coherencia, articulando teoría y práctica. Sabemos que, en momentos como este, surgen y afloran pulsos internos antes latentes. Es la lógica de la política. Pero hay circunstancias, como las que ahora vivimos, que resultan clave y exigen escapar de las inercias y las formas de hacer habituales. No vale recurrir al “siempre se ha hecho así”. Hay que mirar a la realidad con otras gafas que nos permitan una mejor lectura de las cosas

Creo que tenemos por delante la gran oportunidad de desempeñar un papel constructivo y de utilidad para la sociedad. UPN es fuerte, porque es un partido cuyos genes son Navarra. Nos avalan muchos años de gobiernos que llevaron esta tierra a grandes avances. Podemos volver a liderar en esa misma dirección. Ahí está la oportunidad. Pero para aprovecharla debemos sumar fuerzas en la unidad. Nos lo exige la sociedad navarra, que no va a entender guerras intestinas que solo nos debilitan proyectando justo lo contrario de lo que define al centro político moderado. Por eso hay que esforzarse en contar en el congreso con una candidatura única, de consenso. Aunque desafortunadamente esa candidatura hoy en día no se ha trabajado, aún hay tiempo para hacerla posible. Prioricemos, para ello, el papel que debe desempeñar UPN en la próxima década para que sea útil a la sociedad navarra.

Sería una candidatura de estructura distinta a lo que se ha venido haciendo siempre, tanto en UPN como en el resto de los partidos. Creo que necesitamos una candidatura única amplia, que aglutine sensibilidades, con figuras que se dediquen exclusivamente al partido, a su día a día, que lo conozcan bien, que se acerquen a las bases, a recoger todas las ideas y propuestas para el bien de esta tierra. Una candidatura única que incluya también a otras personas que ocupen, según sus capacidades, su liderazgo, su experiencia, los puestos de salida para mantener las plazas importantes en poder de UPN o para recuperar aquellos de los que fueron expulsadas, en algunos casos de forma traicionera e injusta. Plazas desde las que proyectar nuestra marca, la del regionalismo, la de los fueros, la de centro, la de las personas. UPN necesita ser equipo.

Vivimos tiempos complejos. Basta con echar un vistazo a la agitada situación geopolítica en el mundo. Hay muchos desafíos en el horizonte que generan incertidumbre. Desde el envejecimiento de la sociedad y los movimientos migratorios, hasta los retos medioambientales, pasando por el impacto de nuevos desarrollos tecnológicos, como la inteligencia artificial. La mejor manera de enfrentarse a ese escenario es manteniendo nuestra apertura al mundo, pero actuando en y por Navarra, agrupando fuerzas. En nuestro congreso de abril, UPN no debe perder de vista su verdadero objetivo. Hacer que Navarra sea lo que siempre ha sido: una tierra que crece, próspera, pionera en muchos ámbitos y con altos niveles de cohesión social. Tenemos las herramientas para ello, gracias a la flexibilidad y la autonomía con que contamos como territorio foral. Pero para ello, hay que abandonar los egos, los personalismos y las luchas de poder internas que solo desgastan. Esa la apuesta en la que creo, la de una candidatura única que hoy lamentablemente no existe. Si se consigue, será una gran oportunidad interna para UPN, pero, sobre todo, la gran oportunidad para un proyecto constructivo, ilusionante y útil para la sociedad navarra.

La autora es parlamentaria de UPN