Día de urnas en los territorios vascos de la CAV tras una campaña electoral atípica y plana. Atípica porque la primera semana pasó casi inédita electoralmente. La gabarra del Atlhetic y el fallecimiento del lehendakari Ardanza se impusieron claramente en atención social a los intentos de los partidos y candidatos por trasladar sus mensajes a los ciudadanos. Y la segunda semana tampoco ha mostrado una tensión electora alta en la sociedad. Y eso que en una situación inédita en los últimos 40 años está en el aire la posibilidad de que por primera vez EH Bildu dispute la hegemonía al PNV tanto en escaños como, sobre todo, en votos. No hay tensión electoral, pero tampoco se palpa una pulsión social de impulso de un cambio de ciclo político más allá de lo que son las ideas fuerza de los candidatos en sus mitines y entrevistas. En ese contexto, parece haber ya un ganador seguro: la abstención. Según las encuestas, la participación electoral en estas autonómicas de la CAV rondaría el 60%. En todo caso, nada indica que más allá del morbo de quien obtenga el mejor resultado –que no será un hecho menor, gane quien gane–, las consecuencias vayan a modificar el panorama institucional en la CAV y es más que probable que la alianza entre el PNV y el PSE continúe al frente del Gobierno de Vitoria como ya está gobernando en las diputaciones de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa y en la mayor parte de los ayuntamientos. Incluso en el caso de que ambos no sumaran la mayoría absoluta. Las urnas también desvelarán el alcance del desastre de la llamada izquierda confederal tras el nuevo desencuentro entre Podemos y Sumar y su comparencia en estas elecciones en dos candidaturas diferentes: si alguna logra pasar del 3%y obtener representación en el Parlamento o si, como ya ocurriera en Galicia, ambas se quedan a dos velas fuera de la Cámara vasca también. En las derechas poco más que esperar que pérdida de la ultraderecha de Vox de su único escaño actual por el empuje del PP. Irrelevante por ahora. Porque el resultado de los comicios en la CAV tendrá también su influencia en los convulsos vaivenes y movimientos de la política española –no creo que tanto en Navarra–, teniendo en cuenta que tanto el PNV como EH Bildu son dos de los partidos que sostienen la mayoría absoluta del Gobierno de Sánchez. Y sin olvidar que en apenas 20 días se celebran otras elecciones trascendentales en Catalunya con lo que todas las fichas del tablero habrán hecho sus movimientos y la jugada quizá tenga que cambiar de paso o de táctica para sobrevivir a los embates constantes de las derechas. Es cierto que no son buenos tiempos para la política y que nuestras sociedades acomodadas piensan ahora más en la queja, desde una visión más negativa que positiva de cualquier asunto a debate pese a que la realidad objetiva pueda ser otra, que en el debate de las ideas y las propuestas, pero es probable que está noche haya más en juego a medio plazo de lo que las expectativas han puesto sobre la mesa estos días previos. Las papeletas desvelarán la voluntad libre y democrática de las ciudadanas y ciudadanos de esos tres territorios y en unas horas sabremos que deparará para los próximos años allí y en el conjunto del Estado. La democracia en cualquiera de sus expresiones nunca deja de ser interesante.