Ayer su altísima cumplió 83 años, los 62 últimos en la cúspide total de la historia del arte de la humanidad. No es una exageración, los hechos son los hechos. El caso es que Bob Dylan tiene miles de anécdotas y una de ellas tiene que ver con lo que le dijo a Neil Diamond en el último concierto que dieron The Band, al que invitaron a montones de estrellas del rock.

Diamond tocaba justo antes de Dylan y cuenta la leyenda que cuando bajó del escenario y se cruzó con un Dylan que subía Diamond le dijo A ver cómo superas eso ahora a lo que Dylan le replicó ¿Qué quieres que haga, que me duerma? Es jodido tocar antes o después de un Dios así, el tipo con más talento masivo de la historia de la música y con un magnetismo en escena sin precedentes ni réplicas.

Me he acordado de esto al leer que hoy despide la afición a Jagoba Arrasate, que ha sido nuestro pastor estos últimos seis años, y que va a recoger ese cariño de la gente que no pudieron recoger ni Alzate, ni Zabalza, ni Ziganda, ni Martín, relevados en circunstancias más rutinarias y en algunos casos con formas grotescas. A Arrasate se le va a despedir como seguramente merece, pero a mí esto ya me genera nostalgia antes de que pase, eso que se llama nostalgia de lo no vivido. Y, al tiempo, me provoca ternura, ternura por quien vaya a venir y se va a tener que enfrentar a semejante totem emocional.

Recuerden la injustísima valoración que se hizo de los méritos de Abraham Olano cuando entró en Banesto justo el día que se retiró Indurain. En fútbol, por lo menos hasta que comience a rodar el balón y caigan los primeros resultados, el peso de 6 años le va a costar mucho removerlo a quien llegue. Solo si se cuadran los círculos y todo va muy de cara y el equipo es reconocible y saca partidos se irá diluyendo algo el recuerdo de Arrasate. Si no, su sombra estará ahí intacta recordando lo felices que fuimos.