Una semana después de las elecciones europeas el panorama político apenas ha variado, al menos en España. El PP gana y mantiene su una estrategia de confrontación total con el Gobierno. El PSOE resiste en unas circunstancias que parecían adversas y aunque la gobernabilidad sigue siendo difícil parece descartado un adelanto electoral que jugaría en favor de la derecha. La consigna es resistir, de momento hasta que toque negociar los presupuestos en otoño. 

Sánchez siempre vive al día, pero aguanta y lo hace porque frente a los ataques constantes de la oposición ha sabido trasladar al electorado progresista que la llegada de la extrema derecha al Gobierno es un riesgo real. El miedo a un cambio reaccionario tiene credibilidad porque lo estamos viendo en otras partes del mundo y mientras ese siga siendo el escenario el PSOE seguirá siendo un voto refugio para mucha gente. 

Sánchez aguanta, pero lo hace a costa de sus socios. Salvo EH Bildu y el BNG, el resto de partidos que apoyan al Gobierno pierden apoyo electoral. ERC y Junts en Cataluña, el PNV en Euskadi y sobre todo Sumar en el conjunto del Estado, que ve cómo Podemos sobrevive con un discurso de crítica al Gobierno.

La izquierda de la izquierda se tambalea, y eso puede ser mortal para la mayoría progresista. Por eso el PSOE trata de ocupar un espacio que perdió con la crisis financiera y que le permitiría volver a ser el partido hegemónico y casi único en el ámbito progresista que fue hasta 2008.

No parece que eso vaya a afectar mucho a Navarra, al menos por ahora. Ha ganado el PSN, aunque sea por una distancia mínima al PP, y eso es un alivio para sus dirigentes, que han comprobado que ni la moción de censura ni su mayoría de Gobierno les pasa factura. No se pueden extrapolar los datos del pasado domingo a unas elecciones autonómicas y municipales, pero parece evidente que no se ha dado el voto de castigo que pedía UPN.

Más allá de que cuente como suyos votos que no son, las elecciones no dejan buenos números para la derecha. La abstención ha sido alta pero el trasvase entre bloques escaso.

El voto progresista se ha aglutinado en torno al PSN porque los socialistas son la referencia para la izquierda en las contiendas de ámbito estatal. No está claro cómo se repartirá ese espacio cuando el marco sea local, pero vistos los resultados es improbable que vaya a cambiar de bando. Lo que sigue dejando a la derecha por debajo del 40% y, por lo tanto, muy lejos de volver al poder.

La alianza de Gobierno que sostiene a Chivite reafirma así su mayoría con EH Bildu como segunda fuerza del bloque. La formación soberanista se encuentra muy cómoda en el marco de confrontación con la extrema derecha que plantean los socialistas y mientras ese sea el eje la alianza entre ambos será firme y eficiente. A costa, eso sí, de los otros dos miembros del Gobierno, a quienes los resultados de las europeas invitan a una reflexión. 

Geroa Bai vuelve a exponer su sigla en una cita de ámbito estatal de la que sale con un pobre resultado y ese camino solo lleva al desgaste de la marca. Contigo-Zurekin paga por su parte la deriva destructiva de su espacio, de la quiere salir impulsando un proyecto autónomo y sin tutelas de Madrid. Queda por ver si todos los agentes están por la labor o si deriva en una nueva crisis interna.

El futuro de europa

Con todo, Europa deja un panorama preocupante. La extrema derecha no ha logrado los resultados que esperaba, o al menos no los que se temían. El Parlamento Europeo seguirá gobernado por una mayoría favorable a la integración y Von der Leyen probablemente será la presidenta de la Comisión. 

Pero las posiciones xenófobas y eurofóbicas crecen. La ultraderecha ha ganado en Francia, en Italia y en la Alemania oriental, y aunque va a quedar fuera de los órganos de dirección de la UE tiene fuerza para marcar la agenda en los próximos años. Europa ha girado a la derecha y eso tendrá consecuencias en las políticas climáticas, presupuestarias y de inmigración.

Guste más o menos, buena parte de la ciudadanía europea culpa a la UE de las consecuencias que ha generado una globalización descontrolada. La inflación, la inestabilidad laboral, las consecuencias de la inmigración en determinados lugares y unas perspectivas de futuro inciertas han creado un escenario ideal para la extrema derecha, que ofrece soluciones claras y sencillas a situaciones complejas y de difíciles solución. Pero que están ahí y que no van a desaparecer. Ignorarlo y restarle gravedad solo amplificará el problema. Y la extrema derecha seguirá creciendo.