Del crimen de Mocejón, Toledo, me horroriza el asesinato de un niño de una manera tan cruel, pero también me preocupa la falta de abordaje sociosanitario-emocional y las carencias que existen en materia de salud mental infanto-juvenil. Me parece el gran debate al margen de la manipulación que ha habido sobre la difusión de mensajes falsos, bulos en redes para extender el discurso racista. Hablo de un agresor de 20 años, de nacionalidad española, que alegó que no se pudo controlar y que lo hizo “su otro yo”. El juez ha dictado prisión provisional y el traslado del investigado a un “centro adecuado” para evaluar su estado mental.

La familia habla de un 75% de discapacidad intelectual. A falta de un diagnóstico claro y con toda la cautela que exige el caso hay que reconocer que es un terreno pantanoso donde pueden existir muchos síntomas que se solapan en estas edades (como el trastorno de autismo grave o la esquizofrenia).

La discapacidad intelectual puede además enmascarar otros trastornos. Faltan especialistas y centros. También en Navarra profesionales de salud mental han venido cuestionando periódicamente la falta de recursos. La red atendió en 2023 a más de 5.000 menores, de los que un tercio tiene trastorno de comportamiento y un 20% acude con un malestar emocional.

Los principales trastornos diagnosticados son la depresión y la ansiedad, que es una de las puertas al suicidio. Salud anunció medidas como la ampliación de camas y la hospitalización a domicilio en Salud Mental. Todo hace falta, como también se echan en falta colectivos que trabajen en calle porque su bienestar emocional es el bienestar de toda la sociedad.