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Vaya bolongo

Ana Belasko

Juanje

JuanjeIban Aguinaga

No he conocido, ni conoceré, ateo tan pendiente del santoral como Juanje Soria. Este abogado diseñó su vida social en razón de los san y, con todo lo que le gustaban los libros, era imposible no verle por las calles con un Campari o un kalimotxo en la mano por San Fermín (en sus dos versiones), San Lorenzo, San Saturnino, Santa Águeda… Incluso, llegó a convencernos de festejar San Privilegio.

Ha pasado ya una semana desde que falleció y se han escrito varias semblanzas en las que se recuerda al laboralista dedicado durante décadas a la defensa de los trabajadores, sin olvidar la de insumisos y Solidarios con Itoiz cuando fue necesario. Se ha hablado de su labor en el Foro Social Permanente y en numerosas causas que le tuvieron de aquí para allá, con lo que le gustaba estar tranquilo en su sillón de Ituren. Como otros letrados colegas suyos que también se fueron demasiado pronto, Juanje permanecerá en la memoria de muchos clientes agradecidos y, en su caso, en la de los amigos del colegio con los que seguía compartiendo comidas desde que dejaron las aulas, en la del variado personal del mundo judicial con y contra el que peleó, en la de tantos en su peña, Muthiko Alaiak, y en la de los amigos de mil pelajes que, aún pasado el primer soponcio, seguimos con la pena abierta.