Se estudiará durante años y en muchos lugares la actuación de Emergencias de la Comunidad Valenciana a lo largo del día 29 de octubre hasta emitir un aviso a las 20.12, así que creo que no es labor de una columna como ésta detallar un cronograma con litros de agua caídos en la cuenca fluvial de la Rambla del Poyo –que la tiene y hay registros cada pocos minutos en decenas de localidades–, ni los metros cúbicos por segundo que circulaban por la Rambla cada cinco minutos –registrados por la Confederación Hidrográfica del Júcar– ni la enorme cantidad de evidencias en tiempo real que hubiesen hecho ganar un tiempo precioso a miles y miles de afectados.
Se estudiará, como ya se está estudiando y mostrando en redes, y dejará claro la responsabilidad de cada cual, por mucho que ahora se quieran diluir en el marasmo del después y de a quién le corresponde qué. De momento, lo que nos deparó el fin de semana, además de las enormes muestras de solidaridad llegadas de todas partes hacia Valencia, es que los Reyes ya tienen algunas de las fotos que buscaban.
Los reyes y gentes así viven de estas cosas, de acercarse al pueblo cuando el pueblo sufre. No tienen nada que hacer ni por tanto se les puede reprochar mala gestión, así que las grandes iras no van contra ellos, van contra Sánchez, que lógicamente no va a seguir metiéndose para que lo maten, o Mazón, que no se sabe cómo pudo salir de allí. Los reyes, en cambio, tienen una opción de oro de ganarse al populacho para unos cuantos años más y eso bien vale un cacho de barro, así que para allá que fueron y allá que mostraron que una cosa como esta es la mejor campaña de marketing. ¿Montaje, azar o un poco de todo? Nunca lo sabremos, como nunca sabremos cómo una semana después aún no hay un portavoz oficial dando datos y detalles. Alguien gana mucho en esta situación de desinformación, caos e ira. Y no es el Gobierno Central.