Hola personas, ¿qué tal va todo?, ya sabéis que todo es susceptible de empeorar y la prueba la tenéis aquí, está todo como la semana pasada, pero con Trump al mando. ¿Qué? ¿Cómo os quedáis? Yo sigo en el lecho del dolor y mi columna por lo visto ha pasado de tener un fuste limpio y sobrio, a ser una coluna barroca con todo tipo de adornos y elementos desestabilizadores de mi bienestar. En resumen, que la ciática me sigue impidiendo hacer una vida de paseante consumado como es la mía. Por tanto, esta semana volveremos a tirar de recursos y el ayuntamiento se ha debido apiadar de mí y me ha servido un argumento en bandeja. Lo resumiré en líneas muy generales con un nombre y luego vamos desmenuzando la cuestión: Salvador Pinaqui.

Estos días ha tenido lugar algo que a muchos nos ha llenado de alegría: por fin la Ciudad se ocupa de reconocer, como se merece, a un conciudadano que trabajó con gran éxito por el bien de sus paisanos en un momento crítico en extremo. Por fin el Exmo. se ha dignado a descubrir una placa, mejor dicho, mini placa, para placas las que se gastan en Madrid o algunas que se pusieron en nuestras calles, como la de Sarasate en San Nicolás o la del Cardenal Ilundain en la calle Mayor, entre otras. Ahora estamos en tiempos minimalistas y contentos de la que han puesto, podía haber sido menos. Pero, bueno, no protestemos, bienvenido sea el reconocimiento, aunque sea tarde. Ahora falta saber cuál va a ser ese espacio público prometido, me temo lo peor, viendo el espacio que se ha dedicado a todo un premio nobel, navarro de nacimiento, como es D. Santiago Ramón y Cajal, que en vez de tener una avenida en pleno centro tiene una plaza junto a la variante, al pobre Salvador le pueden dedicar un mini paseo peatonal en el puente Miluce. Capaces. Hemos sido varios los plumillas de la ciudad los que hemos pedido reconocimiento público para D. Salvador, en un ERP pasado yo decía: …quizá sea hora de que el Ayuntamiento se siente a ver quién más se merece un paseo, una calle o cualquier otro tipo de rincón en la ciudad que lo recuerde. Desde estas líneas he abogado varias veces por Salvador Pinaqui,…

Bien, hecho este previo vamos a ver cómo se articulará el ERP de hoy.

Conoceremos a Pinaqui, veremos el pequeño homenaje que con motivo del sesquicentenario de su hazaña se le ha tributado y conoceremos un poco que pasó en Pamplona entre el 13 de septiembre de 1874 y el 2 de febrero de 1875, es decir durante el llamado Bloqueo de Pamplona.

Salvador Pinaqui Ducasse fue un bayonés nacido en 1817 que se afincó en Pamplona en 1848. Era metalista, fundidor, herrero y sobre todo inventor y muy listo. Llegó a Pamplona y se instaló, junto a su socio y paisano José Sarvy, en el viejo molino de Caparroso donde puso sus fraguas, sus yunques y todos los artilugios necesarios para empezar a sacar al mercado una serie de herramientas, fundamentalmente de labranza, que le fueron dando a lo largo de los años fama y premios a nivel internacional. Medalla de oro nacional los años 1857 y 1864, de plata en Paris en 1867, encomienda de Carlos III en 1875 o medalla de Oro de la Ciudad de Pamplona, dan fe de la calidad de su trabajo. La segadora Navarra, el arado Jaén, el sistema de apertura del portal de Francia, aun en funcionamiento, o la electrificación de Pamplona, son algunos de sus productos estrella. Casado con Antonia Sancena, tuvieron un hijo que no les sobrevivió y al fallecer Salvador la firma pasó a ser Casa Sancena regentada por su cuñado e instalada ya en la Calle Mayor, que es donde se ha puesto la placa conmemorativa. De ahí empezaron a salir todos los elementos que durante tantos años han decorado nuestras calles: las barandillas del León pasante, las fuentes verdes con su cabeza del mismo León, símbolo de nuestro escudo, o los bancos de plazas y parques en los que tantas horas muertas hemos pasado todos. La parte funcional también fue cosa de ellos, fabricando todas las tapas de alcantarillas, registros y demás sistemas de urbanización. Todos estos elementos forman parte del homenaje que se le ha rendido esta semana y se han podido ver en una pequeña exposición en el zaguán del Ayuntamiento. Así mismo el día 6 se celebró en el Nuevo Casino una mesa redonda con la intervención del estudioso de la arqueología industrial navarra Víctor Manuel Eguia y del historiador Pedro del Guayo.

Bien, pero la mayor hazaña de nuestro amigo Pinaqui llegó durante el llamado Bloqueo de Pamplona. En septiembre de 1874 el ejército carlista, con el general Torcuato Mendiry al mando, cercó la ciudad de Pamplona. Como ya vimos, cuando tratamos el cerco al que sometieron a nuestros antepasados los franceses a comienzos del siglo XIX, Pamplona se cerraba con seis porteros, uno en cada puerta y aquí no entraba ni salía nadie, pero si a esto además le añadimos el corte del suministro de agua la presión se multiplica de una manera exponencial y eso fue lo que sucedió. Al día siguiente de comenzar el susodicho bloqueo, el día 14 de septiembre, cuatro soldados mandados por Lejarreta, tras oír misa en Subiza, eran carlistas, sin misa no hay nada, desviaron el agua abriendo una compuerta y evitando así que tan preciado elemento corriese por el acueducto de Noain y llegase a los depósitos de San Ignacio junto al portal de San Nicolás, quedando las fuentes públicas secas como la mojama.

Tras muchos avatares, y mucha agua recogida en el río con el consiguiente riesgo, ya que los txapelgorri no paraban de atosigar con su fusilería a todo aquel que salía de la ciudad, casi milagrosamente el día 1 de octubre Pinaqui encuentra en el lecho del río, frente a su fundición un ubérrimo manantial del que mana un agua limpia y sana que se dispone a bombear hasta la ciudad. Habla con el Ayuntamiento, 50.000 reales tienen la culpa para que las fuentes vuelvan a ver manar agua por sus caños, se ponen manos a la obra y el día 6 de noviembre Pamplona celebra por todo lo alto el éxito de Salvador Pinaqui. La celebración principal tiene lugar en la fuente de la Beneficencia en la Plaza del Castillo, con las autoridades, gigantes y cabezudos y banda de música. Dos letreros adornan la fuente: “La libertad hermanada con la ciencia” y “A pesar de los carlistas”.

El espacio se me acaba, pero ya que hemos abierto este melón será interesante hablar un poco más en profundidad de cómo transcurrieron las cosas durante aquellos cinco meses en aquella Pamplona de 1.970 casas, 37 calles, 3 plazas y 3 plazuelas que habitaban poco más de 20.000 pamplonicas.

Será la semana que viene

Besos pa tos.

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