Ninguna pequeña o mediana empresa se toma en serio las propuestas de las multinacionales para mejorar la economía mundial. Sus intereses son tan distintos que los cambios que benefician a unas perjudican a las otras. Por eso, cuando Florentino expone en la Asamblea del Real Madrid sus proyectos para solucionar todos los problemas del fútbol mundial, siempre son lo mismo: grandes planes para que el Real Madrid y otros pocos grandes clubes ganen más y más dinero, pero que olvidan a las clases medias y bajas del fútbol, que son las mayoritarias.

A Florentino no le gustan las renovadas competiciones europeas: su club podría ganar más dinero. Y le da igual que haya 108 equipos disfrutando de jugar las liguillas de Champions, Liga Europa y Conferencia. Es una codicia quizás comprensible, pero codicia al fin y al cabo. A Florentino no le mueve mejorar el fútbol ni a más clubes que el suyo. Sus planes son buenos solo para él.