Por mera estadística, a Osasuna, como al resto de equipos de Primera, le toca sufrir en la Copa un severo traspié ante un Primera RFEF o Segunda RFEF cada seis o siete años. Por eso, que el último fuera contra el Figueres, allá por 2001 (el del Mirandés en 2015 no cuenta, que el partido acabó 1-2, aunque se perdiera por alineación indebida de Unai García), habla muy bien del equipo.

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Las puntuaciones de Osasuna en Ceuta: Aitor salva la Copa DIARIO DE NOTICIAS

Pero, también por eso, no puede extrañarnos que algún día vuelva a suceder. Y ayer estuvo cerca una de esas derrotas siempre dolorosas. Lo de la magia de la Copa tiene gracia cuando le pasa a los demás, pero no en las propias carnes. Y el caso es que sí que vimos magia, la de pasar de 2-0 a 2-3 en los diez últimos minutos de juego. Tres conejos sacados de la chistera para ahorrarse incluso una prórroga que poco antes parecía inalcanzable. De lo que no nos libramos –ni el equipo ni la afición– fue del mal rato.