Otro de esos actos entrañables que acompañan cada mes de diciembre los prolegómenos a la llegada de la Navidad es la entrega anual de los Premios de la Cámara de Comercio, acto en el que su presidente eterno Javier Taberna se adjudica unos minutos de gloria para ilustrarnos sobre los problemas que sufre Navarra y ofrecernos sus soluciones, que siempre unos y otras son los mismos desde esos tiempos inmemoriales en que lleva sentado en el sillón de la institución. “Soy consciente de que me repito todos los años”, dijo en su intervención el propio Javier Taberna, pero ello no le impidió repetirse un año más con la soflama habitual contra el modelo fiscal de Navarra como argumento principal.

No deja de ser digna de estudio académico la inmutabilidad de sus ideas desde allá cuando el genocida Franco era cornetín. Javier Taberna aguanta el paso del tiempo de lo que dice cada año con la misma parsimonia con que se ha tomado personalmente como un reto vitalicio continuar como presidente de la Cámara de Comercio hasta el final. Forma parte de ese grupo de opinadores y supuestos expertos que pulula por los medios navarros autoconvencidos de ser un think tank con aspiraciones de lobby con una capacidad de influencia en la toma de decisiones política que está lejos de ser real.

No pierden oportunidad para arremeter contra el Gobierno, como lo han venido haciendo con los anteriores desde que las derechas perdieron el Ejecutivo, repitiendo el mismo discurso de que a los navarros se les cruje a impuestos, que Navarra es un infierno fiscal o la recurrente advertencia apocalíptica, que les gusta mucho, que anuncia siempre la huida de miles de empresas. Siempre sin éxito alguno, pero ponen tanta pasión en repetir esa idea que hasta son capaces de meter la pata dando por buena, esta misma semana, una información errónea que afirmaba que una empresa abandonaba Navarra para pagar menos tributos en Madrid. Un bulo al que se apuntó también la presidenta de UPN, Cristina Ibarrola, expandiendo una falsedad que perjudica la imagen y la realidad de Navarra.

Las meteduras de pata no son nada excepcional, nos pasa a todos y más aún con responsabilidades en la toma de decisiones, pero son un problema cuando empiezan a ser sistémicas. La propia empresa desmintió el bulo y aclaró que se trasladaba por razones administrativas y organizativas y que seguiría tributando en Navarra. Que la verdad no estropee el discurso. Como también la propia presidenta Chivite, que ya venía aprendida y preparada de años anteriores supongo, respondió al discurso de Javier Taberna aclarándole en el mismo acto de la Cámara de Comercio que el 83% de las empresas pagan en Navarra menos impuestos que en el Estado. Otro ejemplo de que el dato puede matar al relato. Más si es falso.