Seguramente seamos la última generación que coma cardo en Navidad y segurísimo que somos la última generación que lo limpia en casa. De hecho cada vez se ven menos cardos a la venta en los supermercados. El otro día me dio un ataque de tradicionalismo culinario y compré uno bien hermoso. Me pasé media tarde limpiándolo y cociéndolo y al día siguiente mis invitados se lo comieron en dos minutos.
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Estaba muy bueno pero estoy segura de que si hubiese puesto cardo de bote el resultado habría sido el mismo o incluso mejor, porque puede que hasta estuviese más tierno y todo. Y lo mismo pasa con muchas otras cosas, como los fritos o los postres. ¿Qué loco hace hoy en día tigres en casa, por ejemplo? Cocinar se está profesionalizando y como muestra de ello es el aumento de encargos de platos preparados que se está viendo estas Navidades. Algo que en otra época sería motivo de vergüenza ahora es algo normal.
Y me pregunto yo ¿cómo serán las comidas y cenas navideñas del 2050? ¿Cómo se las apañarán las y los que hoy son nuestros queridos jovenzuelos? ¿Se atreverán a meter al horno corderos y gorrines y cosas que no sean pizza? ¿Sabrán hacer una sopa de cocido o de pescado o algo que no sea de sobre? ¿Distinguirán la achicoria de la borraja? ¿Sabrán qué que los pescados tienen espinas y hay que quitárselas? ¿Seguirán comiendo y cenando en casa directamente o se irán de pinchos, tardeo y juerga? ¿Tendrán manteles y vajillas con platos iguales para todos o usarán platos de cartón? ¿Nos invitarán o nos harán una video-llamada y ya?
Vaya usted a saber qué nos deparará el futuro, en cualquier caso vivamos y disfrutemos el presente. Feliz año nuevo, urte berri on!