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A la contra

Jorge Nagore

Información

InformaciónEFE

Lo bueno –algo bueno tenía que tener– del exceso de información en el que vivimos es cuando, por ejemplo, ocurre una tragedia como la del choque entre un helicóptero militar y un avión comercial, que se ha saldado con la trágica cifra de 67 fallecidos y por lo que se conoce ningún superviviente.

En unas horas puedes obtener muchísimos datos. Ante la avalancha de chorradas por minuto que es capaz de soltar un Donald Trumpque francamente está de psicólogo –habló de que las políticas de inclusión de Obama y Biden tenían que ver con el accidente– se pueden contrarrestar con decenas de pilotos, tanto de helicópteros militares como de aviones comerciales, que te van desmigando la situación con explicaciones sencillas en redes sociales y con opiniones que son argumentos de peso.

Al parecer, el piloto o la piloto del helicóptero no habría visto al avión y la confirmación que dieron a la torre de control de que sí lo habían visto se refería a un avión que estaba despegando y no al que estaba aterrizando, que era contra el que chocaron. Según muchos pilotos, ese aeropuerto es un enjambre exageradamente ocupado de aviones que salen y entran, una situación a la que le da la puntilla el hecho de que en sus alrededores hay permiso para realizar entrenamientos militares, como era el caso.

Un cóctel explosivo que llevaba a muchos a asegurar que no les sorprendía lo más mínimo lo ocurrido y que el asunto no era tanto qué iba a ocurrir en ese aeropuerto sino cuándo. Imagino que de esta situación sacarán las autoridades aéreas las exigidas enseñanzas, tanto allá como en otros lugares en los que se pueda estar incurriendo en aglomeraciones similares, puesto que si bien es cierto que la aviación estadísticamente es un medio de transporte muy seguro no lo es menos que cuando hay un incidente los resultados son en la inmensa mayoría de los casos muy trágicos.