No sé si en el Gobierno de Navarra hay un ente, sección, servicio, dirección general o empresa pública o semipública, ahora que tantas hay, que se encargue de estudiar a fondo el tema de la natalidad en nuestra comunidad y sus consecuencias –negativas y positivas y neutras–, pero si no lo hay debería de haberlo.

Porque según el INE en Navarra nacieron en 2024 apenas 4.561 niños, solo 65 más que en 2023, y un 26% menos que una década antes, en 2014. Navarra lleva ya tres años bajando de cinco mil nacimientos anuales y el crecimiento vegetativo –nacimientos menos defunciones– es negativo, algo que solo logra paliar la llegada de inmigrantes. Es obvio que para que se den estas cifras convergen varias razones demográficas, como el hecho de que las mujeres de determinadas edades sean ahora menos que hace 10 años, etc, etc, pero también muchas económicas, laborales, sociales y culturales.

Un joven pasea con su hijo por Pamplona Iban Aguinaga

Que haya muchos sectores de la actividad económica que ofrezcan salarios muy bajos para una comunidad con muchos factores económicos adversos o cuando menos complejos de abordar como para afrontar el tener un hijo y el cambio de vida y de necesidades de ingresos que eso supone seguro que tiene que estar afectando y mucho.

Personas que ven cómo se alarga su formación académica, que no llegan unos primeros trabajos en condiciones, que para cuando alcanzan uno ya tienen una edad y no todas consigo de quedarse embarazadas por si peligra el empleo… Muchas incertidumbres, dudas, retrasos y decisiones básicas que tomar que hacen que, al margen de lo demográfico, el hecho de dar el paso no sea tan natural como hace unos años.

Y, por supuesto, el incremento, y olé, de aquellas que no consideran que ser madre tenga nada que ver con ser más o menos mujer y que posiblemente también han crecido en los últimos años, una opción tan cierta, real y respetable como cualquier otra.