Parece que ha pasado mucho tiempo, pero fue hace tan solo cinco años. La pandemia. La Covid 19. Mucho se está escribiendo estos días de aniversario sobre lo que supuso aquello. Vuelven recuerdos que parecían olvidados. Algunos lo vivimos todo muy de cerca. Imposible olvidar. Datos. Historias. Reflexiones. Nombres propios de protagonistas. Lecciones aprendidas. Otras quedan pendientes.
Creo que no hemos cambiado a mejor ni como sociedad ni como personas, aunque cada cuál tendrá su vivencia y su propia opinión. Quizá entre lo pendiente es que no hemos sabido reconocer, cegados por cierto egoísmo y desmemoria, lo mucho que tan pocos hicieron por tantos en aquellos duros días que luego fueron meses y hasta años. Porque la pandemia, especialmente para los y las sanitarias, no terminó con el confinamiento. Pero estas líneas no iban a ir sobre la Covid 19, ya habrá una fecha más redonda en cuanto a efeméride. Ahora preocupa otro virus. Otra pandemia sin fronteras que paradójicamente parece defender las fronteras. Antes fueron cierres perimetrales, ahora aranceles…. Es el virus de la manipulación.
La pandemia global de la ultraderecha. Ese negacionismo y el involucionismo que poco a poco se está extendiendo por todo el mundo. Mutando democracias en regímenes autoritarios. Saltando de un país a otro. De una elección a otra. Se propagan muy bien por las redes sociales incubando en el descontento de la gente. Entran por las urnas y una vez en el poder, se quitan la máscara, que no la “mascarilla”. Musk, Trump, Orban, Erdogan, Milei, Netanyahu... La lista empieza a ser larga. Este domingo Alemania tiene una cita importante consigo misma. Con su pasado y con su futuro. Y con ella, toda Europa. Una Europa que, aunque rota también por dentro, resiste a duras penas el triple el asalto mundial de EEUU, Rusia y China. Potencias que parecen haber convertido el tablero mundial en un juego del Monopoly de las grandes finanzas o en un Risk gigante donde solo vale la ley del más fuerte y la dinámica del mercado más salvaje.
Quizá ya no nos acordamos pero Europa, con sus diferencias, tuvo una buena respuesta solidaria y global a la pandemia lejos de las excentricidades del mundo anglosajón. Se activaron primero investigaciones conjuntas para dar con soluciones como las vacunas y más tarde, se dotó de fondos de recuperación generosos. Tal vez esa sea la principal lección aprendida que no puede ser olvidada. Que juntos y juntas podemos. Porque ahora, como antes, a un virus tan destructivo como la ultraderecha y su guerra cultural solo se le puede detener con la solidaridad internacional, desde el compromiso local y la vacuna de la información. Y en eso estamos. Como también estuvimos en pandemia. Al menos algunos y algunas.