El encuentro sobre Despoblación y Pirineo celebrado esta semana en Arce/Artzi fue una ocasión única para conocer el imponente palacio recién rehablilitado, una joya donde el Gobierno ha invertido más de cuatro millones (en todo el entorno) y que, sin duda, puede significar un importante revulsivo para la zona. Dos zonas de baño en el embalse de cola de Itoiz en Nagore al que se suma ahora un espacio recreativo (el palacio y la Casa del Ermitaño con baño y punto de información turística).

El consejero de Cohesión Territorial anunció la apertura del bar-cafetería para este verano pero el palacio también contará con una tienda de productos locales, sala de proyecciones, restaurante, salas de usos múltiples para actividades culturales y eventos, así como una terraza exterior en el patio. Se está trabajando en el pliego para un plan de gestión integral que aborde todos los recursos. Un espacio también de “convivencia” como decía su alcalde para un valle que necesita servicios. Y que necesita curar las cicatrices de la historia tras la brecha que supuso la construcción del embalse de Itoiz.

Si la despoblación, el desempleo y la falta de proyectos de empuje públicos ha afectado especialmente a la montaña, en el caso del valle de Arce-Artzibar hay que reconocer que existe una doble deuda. Han pasado más de 30 años desde que empezaron a construir las obras del binomio pantano-Canal de Navarra. A los pueblos de los que se nutre el Canal se les llegó a ofrecer hasta agua y luz gratis... Se han hecho obras pero todavía quedan otras muchas por hacer. Algunas de estas inversiones se han reactivado especialmente en las últimas legislaturas y el palacio de Arce es un ejemplo. Pero todavía cantidad de edificaciones en ruina y pueblos semi-abandonados y despoblados casi fantasmas. El alcalde del valle, Javier Díez, que puso en valor el trabajo que se realiza desde la asociación Irati-Orreaga, admitió que la gente que emprende necesita tener “otro plan B” para sobrevivir porque, además, son negocios muy “estacionales”. Como reconocían los ponentes, el turismo sin el primer sector no tendrá viabilidad. No queremos visitar locales sino espacios naturales vivos. Y también es necesario que el equilibrio entre las diferentes formas de vida sea sostenible en el tiempo.

Si no hay gente que trabaje, viva y cuide estas tierras, en ganadería y agricultura, el turismo tampoco tiene futuro. También empiezan a emerger nuevos proyectos de emprendimiento como talleres y pequeñas empresas de coworking en el Pirineo (en Aribe o Otsagabia por ejemplo), un trabajo colaborativo que está dando su frutos, reconocía Irama Vela. En el mismo foro se reclamó igualmente acelerar los proyectos que se impulsan desde la Mesa del Pirineo y que no tengan que “esperar tres años” para ver la luz. Todo hace falta.