Ya es casualidad que la Comisión Europea publique ahora una lista de cosas a tener en las casas del viejo continente en previsión de posibles crisis de la clase que sean, cosas que nos permitan afrontar equis días sin depender del exterior hasta que la situación, se supone, se calme o solucione. Justo cuando se está hablando de rearme, de subida del gasto en defensa y de todo este tinglado al hilo de que Trump no se lleva con Europa como lo hacía Biden –pocos, digan lo que digan, creen realmente en Bruselas que Putin vaya a poner un solo pie en más fronteras de donde los tiene puestos ahora– es cuando conviene, fíjate tú, contarnos a los habitantes que tengamos agua potable, alimentos comestibles no perecederos, mecheros, documentación y una larga lista de materiales por si hay problemas de la naturaleza que sea.

Y al menos para 72 horas, que es el margen que normalmente le costaría a nuestros gobernantes dar con las teclas necesarias para reestablecer suministros y demás. Yo, la verdad, no me echo a correr porque encima me canso, pero no termino de comprender quién está al mando de todo este cotarro en la Comisión Europea y en manos de quién estamos en realidad los europeos, qué clase de objetivos buscan anuncios o avisos de este tipo más allá del hacer algo porque si no hacemos nada parece que estamos aquí de visita o qué agenda del susto nos quieren preparar para que vayamos tragando decisiones.

Pero, ya digo, es curioso que se citen tantos posibles escenarios en los que se necesite este kit de supervivencia justo cuando desde la Unión Europea y los distintos países se nos habla del rearme, de elevar el gasto en defensa al doble o al triple y de toda clase de augurios –negativos, claro– para pavimentar mejor el futuro escenario en el que gastar en armamento a manos llenas. Vaya coincidencias y qué fácil es asustar a la gente cuando conviene.