El aguante del ser humano tiene un punto de no retorno, como le pasa a la temperatura de ebullición, y yo por lo que hablo con unos y con otros hace días que estamos todos más que hasta el corazón de esta rasca que nos ha deparado marzo, de esta falta casi total de días de sol en las últimas mínimo 10 jornadas, del viento, de no encontrar un rato en el que te dé un chute de energía. Miren el dato: en Pamplona, en la estación meteorológica del Labrit, que recoge cifras desde 2011, la temperatura más alta este mes de marzo ha sido la del día 21 de marzo, el viernes pasado, con 17,5 grados. Bien. Pues es la temperatura máxima más baja en un mes de marzo desde hace 15 años. Todos los marzos tenemos días tontos de 19, 20, 21, 22 grados, esos días que te sirven para recargar la pila un poco, porque, vale, marzo es marzo, pero es que este año ni siquiera ha tenido respiros de estos, solo 4 días se ha pasado de 15. De hecho, la media de las máximas es de 12,5 grados, la segunda más baja en 15 años –fue 11,4 en 2016–. ¡Más baja que en febrero! Y, de media global, con 9,2 grados, es el tercer mes de marzo más frío en esta década y media pasada. Esto baja el PIB, estoy convencido. Ahora que se hacen estudios de todo para mí que tendrían que hacer estudios serios de cómo afecta el clima al estado de ánimo y éste al rendimiento laboral, porque currar día sí y día también con este pelete y este viento y ese gris Pamplona que se pone encima de nuestras cabezas y que no te abandona desde que amanece hasta la noche es algo soportable unos días pero insufrible si se alarga, como está siendo el caso. Hoy parece que sale el sol, como mañana y pasado. Y puede que pasemos de los 20 grados el martes. Deberían dar fiesta y poder ir a tumbarnos en la Vuelta del Castillo a ronchar chufas y a tostarnos un poco, que ya está bien. Aprovechemos antes de que caiga otra posible glaciación.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
