Cuando hace casi 35 años entré por primera vez en esta redacción José Mari Moreno, Txema, Txemari, ya estaba allí. Para mí que estaba en Cultura, con Zapater y Ana y Txuri y Santi, pero lo mismo me falla la memoria y era otra sección, quién sabe si economía o yo qué sé, o Cultura fue más tarde. O no fue. Sí que recuerdo que las peceras de los jefes estaban entrando a la derecha y que allí estaba la tele, en el despacho de Bator, el director, que ponía el fútbol las pocas veces que entonces se televisaban partidos. O el Tour. O lo que fuera. Y allá pedorreábamos los de Deportes, los que estaban en plantilla y lo que entonces se llamaba Colaborador, que éramos bastantes, de entre semana y de fin de semana.

Y Txemari, que siempre se acercaba cuando había partido o algo, y que en un tiempo en los años 80 fue el cronista de Osasuna para Navarra Hoy, el diario precedente a este y que cerró en febrero de 1994. Txemari era del Athletic, como el Torero, así que pese a que a los dos les queríamos 100 sobre 100 porque eran y son buena gente a rabiar pues al final que seas del Athletic es un punto en contra, se mire como se mire, y siempre había tiradillas serias cuando el partido era Osasuna-Athletic o al revés. De modo que el empate en San Mamés del domingo, solo un día más tarde del fallecimiento de Txemari demasiado joven y demasiado pronto, se me antojó como un buen reparto: un punto para tu equipo del alma y otro para el de la inmensa mayoría de los que tanto te quisimos, Txemari.

Tras el periódico, a Txemari la vida se lo llevó al Teatro Gayarre, donde seguro que le tocó ver sobre las tablas a su suegro, el recordado actor Manolo Monje, y sus pies a ver mundo y decenas de países con sus amigos y con Idoya, haciendo fotos que capturaran los recuerdos, recuerdos que ahora nos toca a nosotros guardar como oro en paño. Buen viaje, león, manda rugidos para abajo, que siempre vendrán bien.