Mapa ferroviario español: Pamplona, un apeadero. La única mejora registrada en años ha sido el recorte en la duración de los viajes a Madrid y Barcelona al utilizar, ya fuera de nuestra Comunidad, tramos de alta velocidad. La implantación de este servicio en Navarra es un catálogo de incertidumbre e incumplimiento de plazos, lentitud en las obras e incógnitas en estación de Tudela y enlace con la Y vasca. Un cachondeo político en toda regla.
Un pitorreo a plazos. Los gobiernos navarro y vasco han optado por el silencio hasta que estén sobre la mesa los informes técnicos. Silencio compatible con las opiniones de voces representativas de partidos pertenecientes a esos mismos gobiernos. Taxativas y divergentes.
Para el alcalde de San Sebastián (PNV), la conexión por Ezkio es “irrenunciable”. La diputada general de Gipuzkoa la encuentra “más corta y competitiva y con menor impacto”. Para el portavoz parlamentario del PSN, la conexión “será por Vitoria o no será”. Así de chulo. El locuaz ministro de Transportes también la considera “más plausible”. Aspectos medioambientales y económicos.
El trabajo de campo en Aralar encuentra hostilidades particulares y municipales. Como contrapunto a las posturas contrarias al propio concepto de Alta Velocidad (o del eufemismo de Altas Prestaciones), la Confederación de Empresarios de Navarra lanza la Plataforma PRO TAV, iniciativa social en apoyo de “una infraestructura ferroviaria moderna, eficiente, que impulse el desarrollo económico y social de la comunidad”.
Nace una plataforma a favor del TAV en Navarra 31 años después de que fuera concebido
La configuración geográfica y autonómica de España describe una lógica con respecto al corredor Mediterráneo-Cantábrico-Atlántico: su curso natural pasa por Zaragoza, Tudela, Logroño, Vitoria, para subir al Norte o seguir al Oeste. La salida por Ezkio daría más sentido al trazado diagonal por tierras navarras. En el siglo XIX el diseño de las líneas de ferrocarril dejó a Pamplona en un circuito secundario. Donde seguimos. De apeadero.