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Editorial

DIARIO DE NOTICIAS

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Cuestión de diligencia

Una falta de diligencia en la gestión o en la comunicación, unida a ciertas dosis de sobreactuación, habría dado lugar a un nuevo alboroto evitable entre los socios del Gobierno de Pedro Sánchez

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El Gobierno de Pedro Sánchez salió ayer al paso del alboroto generado por la compra de munición a una empresa israelí, cuando el compromiso de no adquirir ni vender material militar a este país por la agresión sobre Gaza había sido anunciado y exhibido como un gesto de reproche a la política de Benjamin Netanyahu. Las explicaciones dadas por el Ejecutivo anuncian una ruptura unilateral de un contrato previo al anuncio de veto y de afrontar las consecuencias legales o indemnizatorias que pudieran derivarse.

Da a entender en su comunicación el equipo de Moncloa, que llevaba tiempo tratando de resolver el contrato y que habría sido imposible hasta la fecha. Pero la realidad es que no ha sido hasta la denuncia pública y la amenaza de IU de sacar a Sumar del gabinete cuando un asunto que no debería haber tenido más trascendencia que la meramente administrativa, se ha convertido en el enésimo motivo de desencuentro y de escenificación de divergencias. Si el contrato estaba en fase de resolución, o al menos sometido a la intención de que así fuera, habría bastado que, en el seno del Consejo de Ministros, se hubiera compartido información que evitara la impresión de que se trataba de ocultar que existía un problema.

Peor aún sería una ineficiencia o desidia en el proceso administrativo y que, sencillamente, no se hubiera actuado en tiempo y forma para romper esa adquisición de munición para las Fuerzas de Seguridad del Estado y la reacción haya sido consecuencia de su filtración pública. En cualquiera de ambos casos, un alboroto evitable con mayor diligencia. No obstante, también resulta notable la sobreexcitación que sistemáticamente se escenifica por parte de los socios a la izquierda del PSOE. La amenaza de Izquierda Unida de presionar para un desmarque de Sumar aparenta tener más que ver con su propia situación de constante competencia por el sector sociopolítico de votantes que comparten con Podemos y las izquierdas soberanistas. El cántaro de la amenaza ronda tanto la fuente de la ruptura que, aunque pierda credibilidad, conlleva el riesgo de que una inercia absurda lo acabe haciendo añicos todo.

El rechazo a la violencia desatada por el Gobierno israelí contra Gaza goza del consenso amplio que debería evitar instrumentalizar esta situación para la escenografía propia