El fútbol tiene una cara ingrata, de sabor amargo. El fútbol, cuando te quiere torturar, lo hace a conciencia, arañando cada milímetro de la piel, chupando hasta la última gota de sangre, provocando, también, un apagón en la memoria colectiva. Confío en que esto no ocurra con Unai García. El capitán del equipo, más por rango que por presencia en el campo de operaciones, hizo una de sus últimas apariciones con la camiseta de Osasuna. Ojalá que la imagen de un canterano ejemplar no sea esa que le mostraba cabizbajo cuando fue sustituido a la hora de partido. No puede irse así y hay margen para enmendarlo; desde su debut en 2013 ha sido parte importante en acontecimientos subrayados en la historia del club.
Relacionadas
Volvía a la titularidad
Unai García volvía a la titularidad casi catorce meses después de su última presencia en el once inicial, en un partido que el Real Madrid acabó ganando 2-4. Desde entonces, interminables sesiones de banquillo. No le han dado bola más allá del placebo de la Copa. Un futbolista varado, sin expectativa de futuro. Fue la baja de Catena y el buen rendimiento que venía dando la defensa con tres centrales lo que sacaron del ostracismo al jugador de Esquíroz. En mal día. En menos de dos minutos, la prolongada inactividad, la falta de acoplamiento o una merma de facultades, le retratan en el primer gol. Con diferente grado de responsabilidad, también sale en la fotografía del segundo y del tercero. En esa supuesta foto no aparecen ni Oroz ni Moi, que auxiliaron poco en la primera parte a Torró en el juego de contención, ni el entrenador, que para esa línea de medio campo eligió un duplicado de jugones, en detrimento de un Pablo Ibáñez que ofrece otras prestaciones más similares a las del ausente Moncayola y que se antojaba más idóneo para este partido.
Vicente Moreno: "Quito a Unai de toda responsabilidad"
Le vino el Villarreal
Así las cosas, a Unai le vino encima el Villarreal, el fútbol y la vida como el agua fría de una cascada; también a Boyomo, pero este salió airoso en lo que le tocó; a Herrando, que se vio envuelto en más de un aprieto; y hasta a Sergio Herrera, indeciso en el 2-0 en uno de los partidos en los que menos ha aportado. Pero todo el mundo puso el foco en Unai. Con fundamento o sin el, Vicente Moreno –que se dejó embaucar por la estrategia de Marcelino de ceder la posesión y poner balones a la espalda de la defensa rojilla– no quiso señalar al capitán en el descanso (sí lo hizo con Moi) y demoró hasta el minuto 60 el cambio. Me pregunto qué imágenes pasaron por su cabeza cuando bordeó lentamente el rectángulo de juego para recuperar su puesto en el banquillo.
Rubén García: “No hemos estado bien a nivel defensivo”
A mí me vino una a la cabeza: la de una tarde de diciembre en Soria, en las puertas de la Navidad, cuando marcó el segundo gol para derrotar al Numancia (1-3) en aquel camino de fábula que devolvería a Osasuna a Primera división y que sacaría al club de la bancarrota. En la celebración, Unai estrella su mano contra la de un joven aficionado al que había identificado en medio de la alegría desbordante de la hinchada osasunista. Esa foto salió publicada a gran tamaño. La cara alegre del fútbol, de sabor dulce. Uno de los muchos momentos inolvidables de un futbolista que ha empujado durante años para hacer crecer a Osasuna.