No es el primer caso ni será el último, ni de lejos es el más grave que se conoce. Tampoco pretende ser un ataque gratuito contra los hosteleros. Sin embargo, lo traigo hoy aquí porque los delitos contra los trabajadores y los muy variados sistemas de explotación laboral son, además del pan de cada día, un tipo repulsivo de abuso al que parece nos hemos acostumbrado. De hecho, somos mayoría quienes tenemos malas historias de pésimos pagadores, exigencias extra laborales u horarios excesivos.
Luego está la explotación a lo bestia, la que se ejerce contra personas sin derechos, sin papeles, sin apoyos… Valga como ejemplo reciente la detención del dueño de un restaurante de la comarca de Pamplona, acusado de contratar irregularmente a ciudadanos extranjeros a quienes, al carecer de papeles, les obligaba a trajinar largas jornadas y a cobrar sólo una parte de lo estipulado. “Les hacía creer que formaban parte de una cooperativa y que, como socios de la misma, tenían la obligación de acudir a trabajar, prometiéndoles además ayuda para regularizar su situación administrativa en España y advirtiéndoles de consecuencias negativas en caso de no cumplir con lo que él les pedía”, dice la Policía. Me da igual que sea un hecho habitual. Nos debe dar, ahora y siempre, mucho asco.