Hay islas rodeadas de tierra. Islas en las que no se escucha el rítmico rumor de las olas lamiendo la arena. Islas en las que nunca sale el sol. Islas donde habita la soledad. Islas en la memoria. Esa soledad que evoca The Police en Message in a bottle: “Otro día solitario sin nadie más que yo/más soledad que cualquier hombre podría soportar/rescátame antes de que caiga en la desesperación”.
Hay náufragos atrapados en el tiempo. Náufragos arrojados al fondo de un mar oscuro. Náufragos sepultados en una botella. Náufragos en la memoria. Como los cadáveres de los represaliados en el fuerte de San Cristóbal y en sus cercanías. Solo que el mensaje eran ellos. Un mensaje que trae noticias de persecución, encarcelamiento y desaparición. Un mensaje que advierte de un genocidio planificado. Un mensaje que, pese al paso del tiempo, sigue siendo una llamada de auxilio. Auxilio para el náufrago y para su familia. Auxilio para quienes todavia siguen aislados junto a tapias y cunetas. Auxilio para quienes no les han contado nunca la verdad de la historia. Auxilio para combatir la desmemoria. Las botellas siguen saliendo a flote en la cima de Ezkaba. Como en la letra final de la canción de The Police todavía quedan náufragos “buscando un hogar”. El rescate sigue.