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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

Es necesario mucho más que hipocresía y cobardía

Es necesario mucho más que hipocresía y cobardíaAhmad Awad | EFE

Es necesario mucho más. Es inevitable la sensación de que ya se ha dicho y se ha escrito todo lo posible, pero la dramática sucesión de asesinatos, limpieza étnica y robo masivo de tierras al pueblo palestino en Gaza y Cisjordania sigue sumando un día sí y otro también. Un brutal atentado del Ejército de Israel contra el hospital Nasser del sur de Gaza seguido de un segundo ataque cuando ya estaban allí desplazados los equipos de rescate y los periodistas se saldó con otras 20 personas asesinadas, cinco de ellas informadores. El cinismo militar y político de los responsables militares y del Gobierno de Netanyahu lo calificó de “trágico error”, uno más, y anunció una profunda investigación, otra más cuyo resultado será ningún otro que la extensión de otro manto de impunidad sobre los responsables, el mando que dio la orden y el militar que apretó el botón.

Ya son 245 los periodistas asesinados en Palestina, más de 500 trabajadores humanitarios y cientos de sanitarios en una estrategia planificada y transmitida con imágenes públicas –como las de este último doble atentado–, que no pueden ocultar el alcance de la inhumanidad de los hechos. Pero casi sin darnos cuenta, como si no fuéramos conscientes, nos hemos acostumbrado al horror. No es la primera vez. Es siempre los mismo, de compungidos y escandalizados a la parsimonia de nuestra comodidad occidental. Resulta, al menos para mí, imposible de asumir la matanza ilegal e inmoral de Israel en Gaza y Cisjordania. Se analicen como se analicen las causas, las consecuencias y la realidad del conflicto en Palestina, nada puede servir de argumento justificativo para el asesinato indiscriminado de civiles, 61.000 víctimas ya, la gran mayoría mujeres y jóvenes y casi 20.000 niños y niñas. No son miembros de Hamás ni terroristas.

Esto no es una guerra entre Israel y Hamás ni una operación por la liberación de los rehenes israelíes. Netanyahu no ha buscado eso nunca, sino ejecutar la construcción del invento mesiánico del Gran Israel, un territorio desde el Sinaí egipcio hasta Damasco, la capital de Siria que incluye también a Jordania y zonas de Irak y Arabia Saudí. Israel tiene derechos como cualquier otro Estado. Pero tiene también obligaciones legales internacionales que incumple sistemáticamente sustituyendo las reglas generales por el fin justifica los medios para extender la ocupación ilegal de territorios y el genocidio y desplazamiento de los palestinos.

El bombardeo indiscriminado de la población civil es ilegal en el Derecho Internacional. La movilización y el ejercicio del derecho a la protesta se extienden por el mundo, pero la respuesta de los responsables políticos y de las instituciones es conscientemente ineficaz. Si Israel incumple sus obligaciones internacionales, y la violación sistemática de los derechos humanos es una de ellas exigida por ejemplo en el Artículo 2 del Tratado Comercial Especial firmado con la UE, es un imperativo legal la ruptura. Si no es así, los responsables de la Comisión Europea incurrirían en ilegalidad por no aplicar las cláusulas del Tratado. Pero todo transcurre como si no ocurriera y quien tiene poder para detener el horror simplemente no lo hace. La hipocresía y cobardía de un Occidente que ha olvidado sus obligaciones políticas y éticas con los derechos humanos y los valores democráticos.