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El farolito

F.L. Chivite

Misterio

MisterioRedacción DNN

Que ya estamos a mediados de septiembre, dice Lucho, el lunes. Que ya lo sé, le digo yo. Y como él no dice nada, le pregunto: ¿Y qué? Y entonces me echa una miradita ladeada y me suelta: Pues que ya es hora de que te pongas las pilas, ¿no? Eso es lo que me suelta. Y ¿cómo me lo suelta? Con tono de jefe tóxico. Así es como me lo suelta, el viejo majadero. Pero bueno, pues eso, sin más: que ya estamos otra vez aquí, Lucho y yo. En la terraza del Torino, bajo el toldo. Como siempre. Viendo pasar la vida y la muerte, con sus más y sus menos.

Y le digo: El caso es que tengo un pequeño problema. Y me pregunta: ¿Qué problema? Y le digo: Que no sé dónde están. Y me dice: ¿Quiénes? Y le digo: Las pilas. Y me dice: ¿Las pilas? Y le digo: Sí, no sé dónde les puse. Me las quité en junio y las escondí en alguna parte. Para que no me las robaran las alimañas. Y ahora no las encuentro. Me pasa lo mismo todos los años. Desde que cumplí los treinta. Nunca las escondo en el mismo sitio, Lutxo, viejo amigo. Debo de tener algún sesgo raro en la mente. Lo bueno es que ya no me importa. O lo malo, yo qué sé.

No obstante, lo que está sucediendo ahora, tanto a nivel local como a nivel planetario y de sistema solar, ¿supera todas las previsiones basadas en experiencias anteriores o, por el contrario, es lo mismo de siempre con ropajes nuevos? Es una duda que tengo, Lutxo. Metafísica, no obstante. Muchas noches me quedo despierto hasta muy tarde mirando las estrellas desde mi cama, a través de la ventana abierta. Esperando una respuesta. Los aliados ahora son los malos. Los nazis son los judíos. El presidente de los Estados Unidos parece un pato Donald arrogante, ¿qué mierda de película es esta?, Lutxo, le digo. Y me suelta: Pues, ahora que lo dices, yo tampoco sé donde guardé las pilas, qué misterio.