Mea culpa. Este martes escribía al hilo de la sangría del cierre de comerciosque “no veo, ni leo, ni oigo que haya un plan a nivel foral ni local con todo este tema, quizá lo haya y se me ha pasado, pero urge tratar de frenar esta sangría de alguna o de muchas maneras, reconociendo que quizá la más importante de todas está en las manos de cada uno de nosotros…”.
Y resulta que el mismo martes se presentó el anteproyecto de Ley Foral del Comercio en el Mercado del Ensanche, a cargo del Consejero de Comercio y del director general. Vamos, que ya se ha estado y se está en ello y que hasta el 19 de diciembre el anteproyecto es público y que posteriormente será llevado al Parlamento para ser sometido a votación y por tanto aprobado o denegado. Porque desde 2011 hasta 2023 cerraron más de 1.000 locales comerciales en Navarra y tengo para mí que esa cifra ya se ha quedado corta estando como estamos casi en 2026.
El anteproyecto, que lógicamente vislumbra los problemas que están a la vista de todos, presenta diversas herramientas para ir tratando de minimizar o revertir la tendencia, aunque ya dije este martes y digo el miércoles que aquí la clave la tenemos muchos de los consumidores, que desde hace varios años hemos cambiado de una manera muy acusada la forma en la que nos relacionamos con las compras que hacemos, dónde y cómo y, en consecuencia, con el entorno en el que vivimos.
Porque hay determinadas zonas -e incluyo los llamados barrios nuevos- y por supuesto pueblos en los que la llegada de un comercio se ve como una especie de milagro a cargo de dos o tres valientes que no sabe uno a lo que se habrán tenido que enfrentar en forma de papelos, alquileres, burocracias y esta sensación general de caída en picado. Prácticamente héroes. Y eso tiene que cambiar, así que bienvenida la ley y bienvenidos todos los apoyos posibles para frenar esta tendencia desoladora.